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OPINIÓN - SÁBADO, 16 DE DICIEMBRE DE 2006

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Alarma social y sicosis general

Las noticias de la última semana han generado en Ceuta una alarma social evidente, conocida por los responsables del orden público que, en plenas fechas de compras navideñas, ‘acogota’ al ciudadano de a pie. El hecho de conocer aquel famoso informe de los catedráticos de la Universidad de Granada acerca de las “inmejorables” condiciones que se dan en el barrio del Príncipe para el reclutamiento de jóvenes que son ‘iluminados’ para la Yihad, causó cierto resquemor entre los ciudadanos.

Debemos decir, en honor a la verdad y para que nadie vea fantasmas donde no los hay, que sólo una mínima parte de los musulmanes ceutíes son los que provocan esa situación. Hay que reconocer que en Ceuta la convivencia -generaciones atrás e incluso ahora- ha sido y es muy buena. ¿Quién no tiene amigos y/o conocidos de todas y cada una de las confesiones religiosas que coexisten en la ciudad?. No es bueno generalizar. En estos momentos, sólo algunos descerebrados de edades que siempre oscilan entre los 25 y los 35 años como norma general -que están controlados policialmente- son los que se han ‘iluminado’ con la esa luz cegadora y ‘cancerígena’ que supone el fanatismo. Un fanatismo importado via terrestre (por Marruecos), via digital (parabólicas) o vía internet. Basicamente jóvenes sin estudios, ex narcos y sin trabajo conocido que, encerrándose en sí mismos, caen ‘embobados’ por el hipnotismo fanático de quienes aprovechan según qué situaciones para captar jóvenes para la causa del odio.

Afortunadamente en Ceuta son un número muy reducido, por lo que los musulmanes de bien, la inmensa mayoría, no deben pagar los platos rotos de estos desajustados de la sociedad cívica.

Hay que lograr que estos elementos no alteren la cotidianidad y la paz de Ceuta. Para ello nada mejor que hacer lo de siempre: Disfrutar de la Navidad, disfrutar la fiesta del Borrego, disfrutar en definitiva de la convivencia para eliminar el incipiente alarmismo y la sicosis que comienza a aflorar entre la población por el hecho de que alguien olvide una maleta en la Gran Vía, o se queme fortuitamente un contador eléctrico en el centro comercial. Cada cosa en su sitio.
 

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