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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 20 DE DICIEMBRE DE 2006

 
OPINIÓN / EDITORIAL

La ilusión de la Lotería, la Navidad y el Borrego

Entre hoy y mañana tenemos -los ceutíes- para hacernos con alguno de los cuatrocientos décimos que aún quedan entre las tres administraciones que tenemos en Ceuta. Se ha vendido mucho realmente, un año más.

La tradición manda que el 22 de diciembre el sonido de la mañana, protagonizado por los niños de San Ildefonso, envuelva a la ciudad a través de televisión o de la radio -principal medio utilizado sobre todos en los centros de trabajo-. Una navidad no sabría lo mismo, sin el soniquete típico que aportan los jovenzuelos al cantar los números de la suerte.

50.280 décimos se pusieron a la venta en Ceuta, o lo que es lo mismo, 5.028 billetes de los que sólo quedan ya 400 décimos. El ritmmo es el de siempre, muy bueno. Probablemente mañana no encuentre ninguno en las administraciones, por lo que intenten no dejarlo para el último día.

La ilusión de los españoles, de los ceutíes en este caso, se centra en este mes de diciembre no sólo en el importante gasto que tradicionalmente ocasionan las compras navideñas ya comunes y que proporcionan una penosa cuesta de enero, sino por la esperanza depositada en ese número situado en el interior del bombo de la Lotería Nacional que, de salir, arreglaría más de un ‘agujero’ individual. Son fechas entrañables, sin duda, las venideras y que llenan de esperanza a los hogares ceutíes. Este año y de un modo especial, la coincidencia en fechas hace que cristianos y musulmanes disfrutemos de momentos de gran tradición, unidos, y conjugando la grandeza de dos ancestrales celebraciones que, porque así quiso la historia, forman la raiz confesional tanto de cristianos como de musulmanes. En el antíguo testamento de la Biblia cristiana común a la confesión hebrea, se recogía la orden de Dios sobre Abraham para sacrificar a su hijo. Sólo en el último momento y confirmando su fidelidad le permitió sacrificar un borrego en lugar del hijo. La historia nos une a las tres confesiones. Una tradición que se viviría aún mejor con un pellizco de la ‘suerte’.
 

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