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OPINIÓN - DOMINGO, 24 DE DICIEMBRE DE 2006

 
OPINIÓN / CARTAS PASTORAL

Solidaridad con las familias

Por Antonio Ceballos Atienza


Un año más nos disponemos a celebrar la fiesta cristiana de la Navidad. Navidad es tiempo de alegría interna y serena. Es tiempo en el que se disfruta entrañablemente de la vida de familia. En esta Navidad de 2006 quisiera poderme hacer presente en cada uno de vuestros hogares para desearos cordialmente a todas las familias una feliz Navidad, llena de ternura y de esperanza cristiana.

Muchos cristianos lamentan hoy que el consumismo y la frivolidad hayan secuestrado estas fiestas de Navidad: su contenido religioso se ha arrojado fuera, la sustancia de estas fiestas se ha vaciado. Quizás pueda ser este falseamiento un motivo que nos estimule a buscar su sentido y ahondar en él. Una cosa está clara; el Hijo de Dios nace en una gran pobreza y se manifiesta, en primer lugar, a gente marginada y pobre.

Navidad es el tiempo en que se vive la cercanía de Dios. En un niño pequeño Dios mismo empieza a estar con nosotros para siempre. Nada ni nadie podrá separarlo de nosotros. Al entrar en nuestra familia humana el Hijo de Dios se sumerge en todo el espesor de nuestra existencia: sujeto al dolor y a la muerte como consecuencia del pecado.

El mensaje de Navidad nos dice que, desde entonces, el hombre ya no está solo. No vive, no trabaja, no lucha, no sufre, no muere solo, porque Dios está con él, se ha hecho solidario con la trágica existencia humana. Navidad es un misterio de solidaridad de Dios con los hombres que exige solidaridad para con nuestros hermanos.

Estamos llamados a robustecer y a salvar esta institución fundamental del ser humano que es la familia. Llevamos demasiados años de ataques a la familia: se han aliado contra ella ideologías, leyes y formas de vida. Pero, aunque maltrecha, todavía se mantiene en pie. Si ella desaparece, el hombre y la sociedad quedarán heridos en el centro de su ser.

Este no es un discurso conservador. No todo lo humano se puede calificar con etiquetas políticas. Nada ha erosionado tanto a la familia en occidente como una “ideología progresista”, que desvincula el ejercicio de la sexualidad del amor y el matrimonio, y lo exalta como puro y simple medio de evasión y hasta de liberación del individuo.

Hay algo que hacer ya ahora a favor de la familia, más inmediato y más apremiante. Estamos en la Navidad, fiestas que congregan a las familias, fiestas alegres en torno al nacimiento de Jesús, el Salvador. Y como contrapunto, son muchas las familias que estos días sufren por el paro, las estrecheces económicas, la drogadicción , el alcoholismo, la separación, el abandono, el divorcio, los malos tratos, la enfermedad y la soledad.

A pesar de todo el desprecio frívolo por la familia, de tanto “progresismo” , la familia ha sostenido a muchos “náufragos de la vida” durante estos años y seguirá sosteniéndola en los venideros. Muchos son los jóvenes y adultos que sin un puesto de trabajo, a pesar de buscarlo, o sumidos en la droga o en la desesperación, han encontrado apoyo en sus familias. Todavía es la familia un reducto de fidelidad, de cariño y de ternura, en un mundo cada vez más áspero y desabrigado.

Hoy la familia, en el desamparo y en medio de tantas dificultades, necesita nuestra cercanía y nuestra ayuda. La familia sometida a tantos obstáculos y tan poco apoyada en la situación actual, debería merecer nuestra atención ahora y siempre.

Como Pastor de la Iglesia de Cádiz y Ceuta os deseo una feliz Navidad, una Navidad que nos comprometa a superar divisiones, una Navidad llena de amor, alegría y esperanza.



¡Feliz Navidad y Año Nuevo 2007!
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 19 de diciembre de 2006.
 

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