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OPINIÓN - DOMINGO, 31 DE DICIEMBRE DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

La visita de ZP
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cuando la visita del presidente del Gobierno a Ceuta, en febrero del año que se nos va, y dado mi interés por saber las razones que tenía éste para visitarnos, alguien me lo definió con suma sencillez: “La política es como patinar sobre ruedas. Se va en parte a donde se desea, y en parte a donde le llevan a uno esos malditos patines”. Entiéndase por patines, las circunstancias que aconsejan hacer algo en un momento dado por necesidades imperiosas.

Ceuta, en septiembre de 2005, había sido noticia internacional por el asalto masivo de 500 o 600 inmigrantes por la valla fronteriza que separa Ceuta de Marruecos. En el intento, murieron cinco personas y hubo un centenar de heridos. La tragedia despertó conciencias y esta ciudad volvió a sufrir los varapalos de quienes la desconocen; de quienes la conocen y la detestan; y de cuantos la detestan sin conocerla (a quien pueda interesarle: al no haber nacido aquí, no soy propenso a pecar de susceptibilidad ni de victimismo).

El Gobierno Central se vio obligado a tomar las medidas que creyó oportunas. Mientras la gente, de Ceuta y Melilla, esperaba con sumo interés a ver cómo reaccionaba ZP ante los graves problemas que acuciaban a ambas ciudades. Máxime cuando es bien sabido que en los dos sitios inspira más confianza un gobierno de derecha en cuanto a una posible defensa de los derechos de los dos pueblos.

Una idea que por parecerme injusta, y creo que hay muchas personas personas que piensan lo mismo, no deja de ser una verdad que se respira en el ambiente, que se palpa en las conversaciones, y que se hace realidad cuando los ciudadanos acuden a las urnas.

Sin embargo, cuando apenas se habían apagado las voces de las críticas acerbas sobre la tragedia de la valla fronteriza, que obligaron al presidente Vivas a poner los puntos sobre las íes en programas de medios nacionales, ZP tuvo un descuido monumental en la Cumbre Hispano- Marroquí, celebrada en Sevilla. Su silencio ante unas palabras ofensivas para Ceuta y Melilla, necesitado del clásico sorbo de agua para digerir el error, despertaron la ira de innumerables ceutíes y melillenses. He aquí, pues, las dos circunstancias que obligaron al presidente del Gobierno, durante el Debate del Estado de las Autonomías, a anunciar su visita a las dos ciudades.

Pues en ese momento, ZP era consciente de que se le había presentado la ocasión de patinar hacia dos pueblos que podían ofrecerle la oportunidad de presentarse ante la sociedad española como un valiente. Y, desde luego, cual presidente capaz de hacer un gesto de Estado que jamás hicieron ni González ni Aznar. Y, sobre todo, el viaje le venía como anillo al dedo para tratar de echarle tierra encima a su ominoso silencio en Sevilla, ante el ministro de turno marroquí. Sin olvidar que también le permitía enviar el siguiente mensaje a Marruecos: “España es un vecino respetable que no admite chantajes”.

En realidad, y lo escribí en su día, el anunciar ZP, en el Senado y ante los presidentes autonómicos, la visita a Ceuta y Melilla fue un acierto enorme y una jugada política de mucho calado. Todo lo demás, en aquella fecha, pasó a segundo plano.

Los patines trajeron a ZP a Ceuta. Y su llegada despertó interés y se vendió como la visita de un presidente que había arriesgado lo indecible ante el reino de Marruecos. Antonia María Palomo iba exultante en la comitiva mientras Jerónimo Nieto parecía un alma en pena. Vivas dio la talla como anfitrión. Todo salió redondo en visita tan crucial.

Al cabo del tiempo, el hecho se recuerda como el día en que ZP prometió mucho. Ahora, JV sale diciendo que las promesas han quedado en agua de borrajas. Vamos, lo que se dice todo un fiasco.
 

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