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OPINIÓN - DOMINGO, 07 DE ENERO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

ZP se va amojamando
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Tengo entre mis manos una fotografía de cuando José Luis Rodríguez Zapatero tero visitó Ceuta el mes de febrero del pasado año. La miro, más bien la escudriño, y descubro que el presidente iba ya perdiendo lozanía, cuando apenas llevaba un suspiro residiendo en la Moncloa. Comparo la fotografía de entonces con una de reciente actualidad y veo que la pérdida de frescura y vigor de Zapatero ha sido galopante. Se va amojamando con celeridad y la alegría de vivir parece que se le escapa a chorros por los desagües de la inquietud y el miedo a la responsabilidades que tiene por su cargo.

El atentado de la terminal 4 del aeropuerto de Barajas, le ha echado diez años encima al presidente del Gobierno. Aparece con la cara cuarteada, los ojos saltones y el envaramiento propio de quien se ve superado por todo lo ocurrido. Sus movimientos, dominados por la rigidez, parecen torpes y su habla es incomprensible. No encuentra ni el vocablo acertado ni la frase apropiada que exige su discurso en estos momentos.

De ZP escriben que está sonado. Que ha perdido el norte y que anda necesitado, urgentemente, de ponerse en las manos del mejor psiquiatra posible. Le llueven los insultos: miserable, pusilánime, cobarde, embustero, inepto, soberbio, torpe, ingenuo... Al presidente del Gobierno le piden a gritos que tome decisiones: que aplique el Estado de Derecho, que acuda a dar explicaciones al Congreso, que vuelva a recuperar el Pacto Antiterrorista, que dimita o que convoque elecciones. Y, sobre todo, que no se le ocurra volver a las andadas: es decir, que olvide las conversaciones con Eta.

Yo no sé de qué pasta estará hecho José Luis Rodríguez Zapatero, pero pienso que necesita mirarse al espejo y creerse a pie juntillas que es El Espartero redivivo. Porque es la única manera de que las piernas dejen de temblarles. Que es el primer mandamiento: perder el susto. Y así pasar a la siguiente fase cuanto antes; la de tomar decisiones y que éstas sean las más acertadas para el bien de los ciudadanos.

Hay una frase de John F. Kennedy, perteneciente a su discurso inaugural, 1961, que reza así: “Negociemos libres de miedo. Pero no temamos negociar”. Más o menos lo que ZP ha querido decir durante su visita a la zona afectada por la explosión de la furgoneta bomba colocada por Eta. Aunque, claro está, usando palabras inconexas y que han servido para que lo volviesen a brear. A ponerle como chupa de dómine.

Y lo malo del asunto, para ZP, naturalmente, es que hasta quienes defendían su forma de ser y creían en él, han empezado a dudar de su estado emocional y han comenzado a retirarle su apoyo. Caso de Carlos Carnicero, por poner un ejemplo de analista político riguroso y experto en terrorismo y nacionalismo vascos. Ya que resulta indigerible, entre otras muchas lindezas proclamadas por ZP, referirse a los asesinatos cometidos por los etarras como “trágicos accidentes mortales”.

Verdad es que la oposición no ha estado a la altura de las circunstancias, mas no debería servir ello como atenuante de los muchos errores cometidos por el Gobierno y, concretamente, por su presidente. A quien no se le critica que haya tratado de negociar la rendición de la banda asesina, sino el petardo que ha pegado en la hora del fracaso, saliendo a escena sin dar la talla correspondiente cual hombre de Estado.

Si la política es el arte de lo posible, al arte de los políticos le corresponde hacer lo imposible en beneficio de su pueblo. Zapatero tiene la oportunidad de hundirse en la miseria y terminar encartonado, o salir a flote y volver a recuperar el pulso y la vitalidad perdidos. Que así sea por el bien de todos.
 

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