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OPINIÓN - DOMINGO, 21 DE ENERO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

El frío que viene
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Lo han anunciado en los telediarios: las temperaturas van a descender, de forma inminente, cinco grados. Culpa de una tempestad en Europa que anda asolando el continente y que nos enviará vientos polares para que nos quedemos arrecíos. Lo cierto es que, para esta piel de toro nuestra, nada bueno ha llegado jamás ni del norte ni del sur, sino del este y del oeste. Y desde que conocemos a Dariusz, alias Derek, el pedazo de polaco de Ana Obregón que tiene alborotado el panorama marujil, parecemos algo más reconciliados con el este. De donde llegan las temibles bandas kosovares y las bandas rumanas, pero luego envían a un polacazo cachas y la cosa se compensa y todos estamos un poco menos amargados regalándonos la retina con guapuras importadas.

Pero lo que no apetece importar es el frío y menos aún en el sur, donde nuestros organismos y biorritmos están hechos a la bonanza, a la calidez, a que, el uno de febrero florezcan los almendros en los montes y a pasarnos el día en la calle, porque, cocoon poco y callejear muchísimo. Las diversiones intimistas, la cena a las seis de la tarde y a las nueve a la cama, pegan en los climas fríos y criminales, donde las criaturas sobreviven malamente con escasas horas de luz y se ponen artríticas a partir de los cincuenta años, por las inclemencias y el asqueamiento. Así llegan los guiris a la Costa del Sol oriental o a los pueblos de nuestra serranía, se impactan estéticamente por el cromatismo del campo andaluz, les dan las tantas en las terrazas cenando y bebiendo por cuatro céntimos, se compran las casitas, repueblan las villas, restauran en lugar de destruir para especular, conservan el patrimonio artístico y cultural y se quedan aquí para bien morir. Mejor Andalucía que el Levante, en el Levante hay más inmigración y más conflictividad y los guiris quieren tranquilidad y seguridad. Si falla la seguridad ciudadana y hay miedo, la calidad de vida se va a tomar directamente por el culo, con perdón del término coloquial, pese a que este se encuentra ampliamente enraizado en el imaginario colectivo.

Aquí esperamos con una pizca de inquietud durante estos días la célebre “bajada” de la temperatura, alborozándonos por una parte porque llega el frío justo cuando la quema de las rebajas de invierno y cuando, en los escaparates, comienzan a alumbrar las propuestas de la moda de primavera y rabiando como gatos estrábicos por otra ya que habíamos pasado un otoño y un invierno con mínimas incidencias de gripes y resfriados, por el buen tiempo y ya nos resistimos a comenzar con las couldinas y los frenadoles y, en mi caso, con la jodienda de que, mi tratamiento psiquiátrico, me impide, por las contraindicaciones, sanar con algo distinto al paracetamol puro y duro. Que es paliativo, que no curativo. Aunque los virus malamente se curan, pasan, fastidian y se largan, eso sí, he frenado un par de catarros mocosos con un remedio milagroso de venta en botica que se llama “primera defensa” y es un spray nasal: moqueas, te enchufas el spray y el resfriado desaparece porque se carga los virus. Caro pero eficaz, de hecho, yo solo recomiendo lo que experimento de primera mano para no caer en consejos publicitarios mentirosos y falsarios. ¿Qué si los del tiempo habrán mentido con lo del frío que viene, subvencionados por los comercios para que el gentío se lance a comprar abrigos y plumones? ¡Ojalá los agoreros sean tan solo unos trajinosos manipuladores! Pero algo me da que dicen la verdad y que nos quedan temblaeras y arrebujamientos, vapor saliendo por la nariz y jornadas invernales de llegar a la casa estragaítos y soñando con el caldo del puchero. Como Dios manda.
 

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