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OPINIÓN - DOMINGO, 21 DE ENERO DE 2007

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

XLVIII Campaña contra el hambre 2007
“Sabes leer, ellos no. Podemos cambiarlo”

Por Antonio Ceballos Atienza*


Mis queridos diocesanos:

Me es grato comunicaros que el día del ayuno voluntario es el 9 de febrero, y el domingo 11 de febrero la Campaña contra el Hambre en el Mundo (Manos Unidas).

1. Tú sabes leer, ellos no


Una vez más Manos Unidas llama a nuestras puertas, pero sobre todo a nuestras conciencias con un lema que resulta elocuente: “Sabes leer, ellos no. Podemos cambiarlo”. Desearía, como en años anteriores, no solamente animaros a que cooperéis con Manos Unidas sino también haceros algunas reflexiones que mentalicen y conciencien a todos en torno a tan grave problema.

Este lema responde a uno de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio que las Naciones Unidas proponen para eliminar el hambre y la pobreza del mundo. Abrigo la esperanza de que los católicos gaditanos y ceutís, siempre sensibles ante la necesidad ajena, responderán con generosidad a esta llamada de auxilio, basada en la solidaridad.

2. Agudo problema de la educación


En la misma época en la que todos exigimos el respeto radical de los derechos humanos socio-políticos, puede ser que no nos tomemos tan a pecho el derecho universal a la educación y la importancia de la educación primaria en la erradicación de la pobreza. El Papa Pablo VI nos recordaba en su encíclica Populorum Progressio, sobre el desarrollo de los pueblos: “La alfabetización es para el hombre un factor primordial de integración social y enriquecimiento personal, mientras que para la sociedad es un instrumento privilegiado de progreso económico y desarrollo” (PP 35).

El mismo Papa Pablo VI declara la educación básica como uno de los principales motores del desarrollo de los pueblos: “La educación básica es el primer objetivo de un plan de desarrollo, porque el hambre de cultura no es menos deprimente que el hambre de alimentos. Un analfabeto es un espíritu subalimentado”(PP 35). La finalidad y el sentido de la educación es el hombre mismo, que se desarrolla, se perfecciona y se convierte así en protagonista de su propio desarrollo y del desarrollo de los demás.

3. 121 millones de niños sin escolarizar


Hay más de 121 millones de niños en edad escolar primaria que, al no poder asistir a la escuela, se ven privados de ejercer ese derecho. Como podéis comprobar son cifras aterradoras. Porque no se trata de imaginaciones nacidas de una piadosa compasión sino de estrictos estudios científicos realizados por organizaciones solventes en los mismos países afectados, como la grave situación en el África Subsahariana. Son cifras que a todos nosotros, que vivimos, normalmente, en un determinado grado de abundancia y preparación, deberían hacernos reflexionar muy seriamente. Cada vez que tenemos noticia de que un niño o una niña no pueden asistir a la escuela, algo de nuestra conciencia cristiana debería sentirse herida por la flagrante injusticia que ello conlleva. La relación entre pobreza y asistencia a la escuela es innegable.

4. Un problema que es de todos


El lema de Manos Unidas para este año incide directamente en nuestras vidas, sin dejar un escape posible: “Sabes leer, ellos no. Podemos cambiarlo”. Es tarea de todos.

En ocasiones, nos evadimos de todos aquellos problemas que no nos afectan directamente en nuestra vida cotidiana. Puede que los comentemos. Inclusive que nos irritemos por el mismo hecho de su existencia. Pero, después, no pasamos de ahí, no concluimos en un compromiso consciente y coherente con la gravedad y urgencia de tales problemas.

No es ésta la actitud correcta de un creyente en Jesucristo, que vive el espíritu evangélico. Porque el evangelio identifica el amor a Dios con el amor al prójimo. Cualquier cristiano, sin excepción alguna, sabe que colaborar en la tarea de eliminar el analfabetismo en el mundo es posible, es un acto de amor a los hombres y un signo eficaz de su amor a Dios, presente en la vida de esos mismos hombres.

5. Programa cristiano de justicia y caridad


El Papa Benedicto XVI en su maravillosa Carta Encíclica “Dios es Amor” nos hace caer en la cuenta de que la conciencia cristiana tiene hoy nuevos acentos y nuevas exigencias especialmente ante el mundo del subdesarrollo, el hambre y el analfabetismo. Habrá entonces que favorecer el que los pueblos más pobres sean los protagonistas de su propio desarrollo. Habrá que estar dispuestos a sostener con medios económicos las obras y empresas organizadas contra el hambre, el analfabetismo y el subdesarrollo. Los jóvenes, especialmente, tendrán que dedicar su vida, vocacionalmente, a construir un mundo más justo y humano, asentado sobre una civilización basada en el amor. Para ello hay que construir cambios de mentalidad valorando más el “compartir” que el “tener”.

Estoy seguro de que este programa cristiano de amor y justicia no será una carga opresiva para el creyente, sino una liberación del egoísmo que oprime. “Os he dicho esto para que compartáis mi gloria y así vuestra alegría sea total” (Jn 15,11)

A todo esto nos llama y estimula la Campaña contra el Hambre en el Mundo y el “Ayuno voluntario”, que la misma campaña propicia. Todo ello ha de ser un testimonio de austeridad y un medio de ayuda a los más pobres, que nos aliente a vivir el sentido del ayuno cristiano y a preparar la Eucaristía pascual, Sacramento de amor y exigencia de fraternidad real.

6. Invitación a la colaboración


A los sacerdotes, religiosos, religiosas y cristianos militantes les recuerdo con palabras del Papa Juan Pablo II, de feliz memoria, que “pertenece a la enseñanza y a la praxis más antigua de la Iglesia la convicción que ella misma, sus ministros y cada uno de sus miembros, están llamados a aliviar la miseria de los que sufren cerca o lejos, no solo con lo “superfluo” sino con lo “necesario” (SRS 31). El Señor nos ayude a proceder con el ejemplo.

A los educadores les pediría que aprovechen la Campaña para iniciar a los educandos en las actitudes cristianas fundamentales, que les lleven a comprometerse posteriormente en favor del desarrollo, la justicia y la paz en el mundo. Tal vez será esta Campaña una ocasión propicia para iniciarlos también, de manera adecuada a su edad, en la doctrina social de la Iglesia.

7. Exhortación final


A las comunidades cristianas y a las Parroquias pido encarecidamente se comprometan en esta Campaña contra el Hambre en el Mundo como un momento fuerte de su acción por el amor y la justicia. La comunidad cristiana no debe cerrarse sobre sí misma, sino abrirse a las necesidades del mundo.

Que la Santísima Virgen, Madre de todos los hombres, avive en nuestros corazones sentimientos de amor, justicia y paz, a fin de que edifiquemos una comunidad diocesana que testifique el Amor en la construcción de un mundo más justo y más fraterno.

Reza por vosotros, os quiere y bendice,

* Obispo de Cádiz y Ceuta

Cádiz, 19 de enero de 2007
 

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