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OPINIÓN - DOMINGO, 21 DE ENERO DE 2007

 
COLABORACIÓN / OCULTISMO-ENIGMAS-PODER MENTAL-SABIDURIA

Un curso de milagros (II)

Por Jorge Pérez Blanca


44. Los milagros son expresiones de una conciencia interna de Cristo y de haber aceptado Su Expiación.

45. Un milagro nunca se pierde. Puede afectar a mucha gente que ni siquiera conoces, y producir cambios inimaginables en situacio-nes de las que ni siquiera eres consciente.

46. El Espíritu Santo es el medio de comunicación más elevado. Los milagros no entrañan ese tipo de comunicación, debido a que son medios temporales de comunicación.

47. El milagro es un recurso de aprendizaje que reduce la necesi-dad del tiempo. Establece un intervalo temporal fuera de lo nor-mal que no está sujeto a las leyes usuales del tiempo. En ese sentido es intemporal.

48. El milagro compara lo que tú has hecho con la creación, acep-tando como cierto lo que concuerda con ella, y rechazando cómo falso lo que no.

II. La revelación, el tiempo y los milagros

1. La revelación produce una suspensión completa, aunque tem-poral, de la duda y el miedo. Refleja la forma original de comuni-cación entre Dios y Sus creaciones, la cual entraña la sensación extremadamente personal de creación que a veces se busca en las relaciones físicas. La proximidad física no puede proporcionarla. Los milagros, en cambio, son genuinamente interpersonales y conducen a un auténtico acercamiento a los demás. La revelación te une directamente a Dios. Los milagros te unen directamente a tu hermano. Ni la revelación ni los milagros emanan de la con-ciencia, aunque ambos se experimentan en ella. La conciencia es el estado que induce a la acción, aunque no la inspira. Eres libre de creer lo que quieras, y tus actos dan testimonio de lo que crees.

2. La revelación es algo intensamente personal y no puede trans-mitirse de forma que tenga sentido. De ahí que cualquier intento de describirla con palabras sea inútil. La revelación induce sólo a la experiencia. Los milagros, por otra parte, inducen a la acción. Por ahora resultan más útiles debido a su naturaleza interpersonal. En esta fase del aprendizaje, obrar milagros es importante porque no se te puede forzar a que te liberes del miedo. La reve-lación es literalmente inefable porque es una experiencia de amor inefable.

3. Tú eres una creación perfecta y deberías sentir reverencia solamente en presencia del Creador de la perfección. El milagro es, por lo tanto, un gesto de amor entre iguales. Los que son iguales no deben sentir reverencia los unos por los otros, pues la reverencia implica desigualdad. Un hermano mayor merece respeto por su mayor experiencia, y obediencia por su mayor sabiduría. También merece ser amado por ser un her-mano, y devoción si es devoto. Es tan sólo mi devoción por ti lo que me hace merecedor de la tuya. No hay nada con respecto a mí que tú no puedas alcanzar. No tengo nada que no proceda de Dios. La diferencia entre nosotros por ahora estriba en que yo no tengo nada más. Esto me coloca en un estado que en ti es sólo latente.

4."Nadie viene al Padre sino por mí" no significa que yo esté en modo alguno separado de ti o que sea diferente, excepto en el tiempo, y el tiempo no existe realmente. La afirmación tiene más sentido desde el punto de vista de un eje vertical que de uno horizontal. Tú estás debajo de mí y yo estoy debajo de Dios. En el proceso de "ascensión" yo estoy más arriba porque sin mí la distancia entre Dios y el hombre sería demasiado grande para que tú la pudieses salvar. Yo salvo esa distancia por ser tu her-mano mayor, por un lado, y por el otro, por ser un Hijo de Dios. La devoción que les profeso a mis hermanos es lo que me ha puesto a cargo de la Filiación, que completo porque formo parte de ella. Tal vez esto parezca contradecir la afirmación "Yo y el Padre somos uno"; pero esa afirmación consta de dos partes en reconocimiento de la mayor grandeza del Padre.

5. Las revelaciones son indirectamente inspiradas por mí debido a mi proximidad al Espíritu Santo y a que me mantengo alerta para cuando mis hermanos estén listos para recibir la revelación. De esta manera puedo obtener para ellos más de lo que ellos podrían obtener para sí mismos. El Espíritu Santo es el mediador entre la comunicación superior y la inferior, y mantiene abierto para la revelación el canal directo de Dios hacia ti. La revelación no es recíproca. Procede de Dios hacia ti, pero no de ti hacia Dios. El milagro, pues, tiene la propiedad única de abolir el tiempo en la medida en que hace innecesario el intervalo de tiempo que abarca. No existe relación alguna entre el tiempo que un milagro tarda en llevarse a cabo y el tiempo que abarca. El milagro substituye a un aprendizaje que podría haber durado miles de años. Lo hace en virtud del reconocimiento implícito de la perfecta igualdad que existe entre el que da y el que recibe en la que se basa el milagro. El milagro acorta el tiempo al producir su colapso, eliminando de esta manera ciertos intervalos dentro del mismo. Hace esto, no obstante, dentro de la secuencia tem-poral más amplia.

III. La Expiación y los milagros

1. Yo estoy a cargo del proceso de Expiación, que emprendí para darle comienzo. Cuando le ofreces un milagro a cualquiera de mis hermanos, te lo ofreces a ti mismo y me lo ofreces a mí. La razón por la que te lo ofreces a ti mismo primero es porque yo no necesito milagros para mi propia Expiación, pero estoy detrás de ti por si fracasas temporalmente. Mi papel en la Expiación es can-celar todos los errores que de otro modo tú no podrías corregir. Cuando se te haya restituido la conciencia de tu estado original pasarás naturalmente a formar parte de la Expiación. A medida que compartas conmigo mi renuencia a aceptar error alguno en ti o en los demás, te unirás a la gran cruzada para corregirlos. Escu-cha mi voz, aprende a deshacerlos y haz todo lo necesario por corregirlos. Tienes el poder de obrar milagros. Yo proveeré las oportunidades para obrarlos, pero tú debes estar listo y dispuesto. El obrarlos trae consigo convicción en la capacidad, ya que la convicción llega con el logro. La capacidad es el potencial, el lograrlos es su expresión, y la Expiación -la profesión natural de los Hijos de Dios- es el propósito.

2. "El Cielo y la tierra pasarán" significa que no continuarán exis-tiendo como estados separados. Mi palabra, que es la resurrec-ción y la vida, no pasará porque la vida es eterna. Tú eres la obra de Dios, y Su obra es totalmente digna de amor y totalmente amo-rosa. Así es como el hombre debiera pensar de sí mismo en su corazón, pues eso es lo que realmente es.

3. Los perdonados son el medio de la Expiación. Al estar infundi-dos por el espíritu, perdonan a su vez. Aquellos que han sido liberados deben unirse para liberar a sus hermanos, pues ése es el plan de la Expiación. Los milagros son el medio a través del cual las mentes que sirven al Espíritu Santo se unen a mí para la salva-ción o liberación de todas las creaciones de Dios.

4. Yo soy el único que puede obrar milagros imparcialmente por-que yo soy la Expiación. Tú tienes un papel en la Expiación que yo te dictaré. Pregúntame qué milagros debes llevar a cabo. Ello te ahorrará esfuerzos innecesarios porque estarás actuando bajo comunicación directa. La naturaleza impersonal del milagro es una característica esencial del mismo, ya que me permite dirigir su aplicación, y bajo mi dirección los milagros conducen a la expe-riencia altamente personal de la revelación. Un guía no controla, pero sí dirige, dejando a tu discreción el que le sigas o no. ”No nos dejes caer en la tentación” significa: "Reconoce tus errores y elige abandonarlos siguiendo mi dirección."

5. El error no puede amenazar realmente a la verdad, la cual siem-pre puede resistirlo. En realidad, sólo el error es vulnerable. Eres libre de establecer tu reino donde mejor te parezca, pero no pue-des sino elegir acertadamente si recuerdas esto:

El espíritu está eternamente en estado de gracia.

Tu realidad es únicamente espíritu.

Por lo tanto, estás eternamente en estado de gracia.

Desde este punto de vista, la Expiación deshace todos los erro-res, y de esta forma extirpa las raíces del temor. Cada vez que experimentas las palabras tranquilizadoras de Dios como una amenaza, es siempre porque estás defendiendo una lealtad mal situada o desencaminada. Al proyectar eso sobre otros los aprisionas, pero sólo en la medida en que refuerzas los errores que ellos ya han cometido. Eso los hace vulnerables a las distor-siones de los demás, ya que la percepción que tienen de sí mis-mos está distorsionada. El que obra milagros tan sólo puede bendecirlos, lo cual desvanece sus distorsiones y los libera de su prisión.

6. Respondes a lo que percibes, y tal como percibas así te compor-tarás. La Regla de Oro te pide que te comportes con los demás como tú quisieras que ellos se comportasen contigo. Esto signi-fica que tanto la percepción que tienes de ti como la que tienes de ellos debe ser fidedigna. La Regla de Oro es la norma del com-portamiento apropiado. Tú no puedes comportarte de manera apropiada a menos que percibas correctamente. Dado que tú y tu prójimo sois miembros de una misma familia en la que gozáis de igual rango, tal como te percibas a ti mismo y tal como lo percibas a él así te comportarás contigo mismo y con él. Debes mirar desde la percepción de tu propia santidad a la santidad de los demás.

7. Los milagros se dan en la mente que está lista para ellos. Dicha mente, al estar unida, se extiende a todos aun cuando el que obra milagros no se dé cuenta de ello. La naturaleza impersonal del milagro se debe a que la Expiación en sí es una, lo cual une a todo lo creado con su Creador. Como expresión de lo que verdaderamente eres, el milagro sitúa a la mente en un estado de gracia. La mente, entonces, naturalmente da la bienvenida tanto al Huésped interno como al desconocido externo. Al invitar adentro al desco-nocido, éste se convierte en tu hermano.

8. El hecho de que el milagro pueda tener efectos en tus herma-nos de los que ni siquiera eres consciente no debe preocuparte. El milagro siempre te bendecirá. Los milagros que no se te ha pedido que hagas no dejan de tener valor. Siguen siendo expre-siones de tu estado de gracia, pero dado mi absoluto conoci-miento del plan en su totalidad, yo debo controlar su ejecución. La naturaleza impersonal de la mentalidad milagrosa asegura tu gracia, pero sólo yo estoy en posición de saber dónde pueden concederse.

9. Los milagros son selectivos únicamente en el sentido de que se canalizan hacia aquellos que los pueden usar en beneficio propio. Puesto que esto hace que sea inevitable el que los extiendan a otros, se suelda una fuerte cadena de Expiación.
 

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