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OPINIÓN - LUNES, 22 DE ENERO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

De la ética y la publicidad
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Lo que no se publica ni se publicita, sencillamente, no existe. Y lo inmundo no ha de tener cabida en los medios decentes, por ética y por estética. Y me estoy refiriendo a lo hiriente que resulta el que terroristas o proterroristas, batasunos y piojosos similares, aparezcan ante las cámaras y en los periódicos para lanzar sus diatribas. Boicot total y si quieren expandir sus mensajes que contraten y paguen publicidad televisiva o una página en el medio cuyo departamento de anuncios se lo consienta. Y eso se me ocurre a mí, a la penalista que, del hambre, perdió la vista y se le ocurre a ustedes pero, la reflexión, que es primaria, parece demasiado peliaguda como para que, algún analista o consejero del Poder repare en ella. ¡Dejen estar a esos zarrapastrosos Oteguis y compañía!. Porque, la popularidad, para los bandidos, es mala cosa. Ya ven lo sucedido en Alcorcón donde una temible banda de Latin Kings acudió a enzarzarse con un grupo de jóvenes españoles : un español muy grave con seis puñaladas en la espalda y otro con tres puñaladas. De los latinos solo uno salió golpeado, que no acuchillado, porque nuestros chicos no llevaban armas blancas.

Y las peligrosas Maras sudamericanas y sus rivales los Latin Kings han salido mucho en prensa en los últimos dos años y también en televisión, chuleándose y dándonos a entender que, para ellos, España, es el coño la Bernarda, que han llegado y hacen lo que les sale de las pelotas, porque aquí no hay control, los criminales tienen infinidad de derechos y las cárceles son un paraíso de vagancia y buena comida. El careto de un batasuno en cualquier televisión asquea e indigna. La prepotencia y la chulería de estas bandas de indeseables importadas en virtud de la debilidad y la permisividad de unos gobernantes que no saben o no pueden o no pueden porque no saben, atender al legítimo deseo de la ciudadanía de vivir en paz y que no entren criminales ni delincuentes y si entran que les pasaporten tras leerle los derechos y de una certera patada en los huevos, repito, la publicidad de las bandas y la impunidad con la que muestran sus fisonomías y presumen de sus delitos, eso enrabia hasta el paroxismo al ciudadano, que no puede comprender la pasividad gubernamental y el que, esos tipos, no hayan sido expulsados, para alivio del pueblo soberano. Los españoles braman de furor y ayer me llegó un SMS convocando a los jóvenes de Alcorcón en un polideportivo para plantar batalla. Mala cosa cuando la sociedad se fractura de esa manera y, los nacionales, tienen que organizarse ante las agresiones de delincuentes importados. Fatal cuando, en pueblos catalanes los vecinos se organizan en patrullas urbanas para vigilar sus casas ante la proliferación de robos por bandas del Este.

Y los medios de comunicación no deben de modo alguno prestarse a ser utilizados por golfos, llámense batasunos o llámense maras u okupas, para hacerse publicidad gratis. Tienen la obligación, por el interés público, de informar de sus delitos y de plasmar con verdad un estado de cosas que hará célebre y querido al político que proponga repescar, reformar y modernizar, viejas leyes que hoy son fundamentales para la supervivencia de la ciudadanía, que, vista la convocatoria de Alcorcón, no está dispuesta a que delincuentes importados tomen y gobiernen las calles. Una Ley de Vagos y Maleantes haría francamente inhóspito este país para los criminales importados y una Ley de Peligrosidad Social acorralaría a los peligrosos para alivio de los honrados. Eso sí, batasunos, borrokillas, bandas sudamericanas, okupas y gentuza afín estrenarían con rapidez las nuevas leyes. Una medalla para quien lo proponga y, esta vez sí, mucha publicidad.
 

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