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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 24 DE ENERO DE 2007

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Me encanta ver a los amigos reunidos, comiendo a mesa y mantel, mientras conversan sobre sus cosas y, por qué no decirlo, sobre sus futuros negocios. Nada hay mejor, para hablar de negocios futuros, que una buena mesa. Eso sí pagando el amigo de turno que está una jartá de feo eso de meterse la mano en el bolsillo y más cuando no se está acostumbrado por aquello del gañoteó. ¡Si los manteles hablaran, la de cosas que nos íbamos a enterar!

Me pregunta usted, amigo guardia, qué comieron, ambos dos, mientras hablaban de los posibles negocios de un futuro no muy lejano. Siento no poder decírselo porque llegué tarde. Lo que si le puedo decir, porque lo vieron estos dos peazos de ojos que se tienen que comer los asquerosos de los gusanos es lo que, ambos dos, comieron de postre. Se pidieron dos manzanas al horno.

Hay que ver el juego que dan la manzanas y lo digestivas que son. Nada más que tenemos que tener en cuenta, lo bien que le sienta al cuerpo, después de una frugal comida, una copita de sidra que, sin duda alguna, es un producto sacado de la manzana. La verdad es, todo hay que decirlo, que a las manzanas se le sacan un gran producto aunque, por supuesto, Adán no le sentó nada bien el bocadito que le pegó a la dichosa manzana que le ofreció, Eva, en el paraíso, y por culpa del mencionado asunto estamos paganado las consecuencias

Oiga, amigo guarida, lo contrario de lo que le estaba pasando a este par de amiguetes que habían pedido manzanas al horno de postre. Nada más había que verles las caras, se les notaba la gran satisfacción que encontraban, cada vez que le daban un bocadito a la manzana. Para servidor, qué quieren qué les diga, mirando como, aquellos dos personajes, sentían tan inmenso placer, en cada ocasión que le metían el diente y se llevaban a la boca un bocadito creo, firmemente, que sentían el mayor place de sus vidas. Vamos, esto no lo puedo asegurar, pero estaría por apostar que se les ponían los ojos en blanco, del placer que recibían a cada bocado.

Vendo aquella escena, entre estos personajes, amiguetes del alma, amiguetes y, además, amiguetes de las manzanas, pensé que ,al menda, también le gustaría poder darle un bocadito, aunque fuese mucho más pequeñito, a una manzana. Oiga lo que sentían, ambos dos, en cada bocado era para tenerle envidia viendo el enorme placer que les producía.

No me lo voy a pensar más, a partir de estos momentos, me voy a poner manos a la obra, para tratar de averiguar porqué les producía tanta placer, a estos dos personajes, las manzanas al horno. Viendo sus caras, y como las caras son el espejo del alma, el placer les tiene que llegar al fondo el alma. Y a estos, lo puedo jurar, por todo lo jurable, les ha llegado lo que se dice al fondo, fondo.

Me encanta, no lo puedo remediar, ver a los amiguetes del alma, amiguetes, verlos juntos en una mesa y pedir de postre manzanas al horno. Menos mal que se las comieron allí, porque si llegan a ser para llevárselas, algunos podrían pensar que las manzanas se las estaban llevando “calentitas”. ¡Hay que ver las cosas que el personal puede pensar sobre el asunto, y todo por pegarles bocados a unas manzanas!
 

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