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OPINIÓN - DOMINGO, 28 DE ENERO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Cinco años son nada…
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Ayer sábado se cumplieron cinco años de la partida hacia la luz de mi hijo mayor Gabriel Pineda de las Infantasy seguramente, todos ustedes conocen el sentimiento de inmensa añoranza que se experimenta ante las ausencias. Y más aún cuando, las Leyes del Universo, hacen una carambola y acontece la mayor tragedia del ser humano: sobrevivir a un hijo. ¿Cabe mayor sinrazón en la naturaleza?. Y la pena por la marcha intempestiva de ese hombre para el que, durante diez años fui su madre pequeña, me aúna en sentimientos a otros padres, como a Mila y José Francisco, los papás del pequeño Jokin Ceberio, al que suicidaron a fuerza de malos tratos en la muralla triste de Hondarribia, esa en la que, mi marido, el viejo pintor, quiso colocar una virgen pintada por él dentro de una hornacina y el asqueroso del alcalde se lo negó.

Será que, los cristianos, somos unos iconoclastas y unos románticos soñadores, pero también allá donde están nuestros sueños, está nuestro lugar de encuentro cotidiano con Cristo. Y este sistema neuronal nuestro, tan desconocido y desaprovechado, centellea de cuando en cuando con ilusiones, proyectos, fantasía y falta de sentido común, malabarismos de la inteligencia divina de ese Espíritu Santo de la que yo soy una gran friki. Veo cierto interés en sus, de costumbre, escépticas expresiones ¿Qué preguntan? ¿Qué como se es friki del Espíritu Santo? Bueno, todos ustedes habrán presenciado más de una vez, en la puerta de algún cine, a los frikis , bien de “La guerra de las galaxias” o de “El señor de los anillos” y últimamente de “El laberinto del fauno” se disfrazan de sus personajes favoritos, visionan los DVD mil veces, tienen todos los muñecos de las series y se les toma por auténtico majaretas, o eso dicen. Porque mi psiquiatra siempre alega que servidora es “La última gran mística o la última gran majarona” Yo creo que un mix de ambas cosas y de eso tiene gran culpa mi hijo Gabriel Pineda que siempre fue fiel y leal cómplice de mis mayores locuras y bueno, también el viejo pintor Erik el Belga, inagotable a la hora de compartir sueños descabellados y proyectos imposibles que, por cierto, siempre acaban haciéndose realidad. Ya saben, el que no cree en los milagros, es que no es realista. ¿Qué por que me lanzo a esta reflexión? Pues porque opino que soñar es imprescindible para vivir y crecer, para existir y evolucionar. En el triste y desangelado velatorio de Gabriel, en su cutre funeral en una parroquia que parecía la nave de una fábrica abandonada, con el cura pulsando el botón para que sonara una musiquilla, yo pensé que, mi hijo querido merecía algo muy distinto y prometí construir una ermita o un oratorio en su memoria. ¿Por qué se burlan? ¿Qué estoy más tiesa que la varilla de un cohete y que es un proyecto irrealizable? Vale, mi escasez es tan endémica como la del perro de un desguace, pero para eso está la fantasía de friki del Espíritu Santo y precisamente, no lejos de mi casa, dando a la carretera, hay un inmenso ficus , una especie de ermita con cúpula verde que resguarda al viandante del sol y de la lluvia. ¿Por qué no? Tengo en mi poder dos pequeños mosaicos, uno del Nuestro Padre Jesús Cautivo y otra de Nuestra Señora, los mosaicos, el superglú para fijarlos al robusto tronco del árbol, unas mariposas encendidas, unas flores y automáticamente se convierte en oratorio frondoso, en catedral de hoja perenne. ¿Qué jamás me trajinaré al cura párroco para que bendiga mi ermita con sus gorigoris? Apuesten algo a que sí. Soy abogado y mi arte es la manipulación y friki del Espíritu Santo que me empapa de locuacidad. Y cinco años son nada si se tiene un lugar donde acudir a recordar.
 

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