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OPINIÓN - LUNES, 29 DE ENERO DE 2007

 
OPINIÓN / DAR RIFFIEN

Yihad en el Magreb. Al-Qaïda, a la conquista de la región (I)

Por J.L. Navazo


Volvía ayer con mi amigo M.B. de Rabat, donde tuve el privilegio de asistir en la cercana Temara al importante congreso de alcaldes y concejales del PJD (el partido moderado del islamismo parlamentario marroquí), cambiando impresiones con su secretario general al que conozco desde hace tiempo, Saâd El Othmani y al que tuve ocasión de entrevistar, Daoudi (cualificado economista y parlamentario por Fez), Reda ben Khaldun (teniente de alcalde en Rabat y al frente de la comisión de Exteriores del partido) junto a los alcaldes de Mekinéz (el elegante Aboubakr Belkora), Kenifra, Ouazzan y Alcazarquivir, además de una masiva representación de los más de 500 concejales venidos de todo Marruecos incluído uno de la vecina Castillejos y, cómo no, nuestro amable y caluroso anfitrión, el alcalde de Temara. En ruta de madrugada y tras la típica parada en Siwana, donde degustamos unas sabrosas chuletillas de cordero a la brasa, rumiamos abiertamente (mantenemos una buena amistad desde hace años) sobre el ya abierto jaque lanzado a toda la región magrebí por el fuertemente armado GSPC (Grupo Salafista para la Predicación y el Combate), fundado en 1998 por Hassan Hatab, filial desde septiembre de 2006 del holding terrorista Al-Qaïda y al que en el Dar Riffien del otro día sugería yo enfilarlo bien y no perderlo de vista.

Si bien desde septiembre del año pasado los especialistas vinculaban ya directamente, sin más ambages, al GSPC con Al-Qaïda, la noticia que comentábamos era de hondo calado. Según un comunicado fiable aparecido la semana pasada en una web próxima a la organización terrorista, firmada por un tal Ahmed Abou Abdallah, tras la autorización del número dos (el médico egipcio Al-Zarqaoui, Ben Laden sigue missing) el GSPC habría desaparecido como tal reconvirtiéndose en una sección regional: Al Qaïda en el Magreb. El lema de su banderín de enganche, su grito de guerra terrorista, es bien claro: Hijos del Magreb Musulmán: es vuestro día.

De hecho, en los últimos tiempos el GSPC se había vuelto particularmente ágil y activo, intentando extender sus venenosos tentáculos por toda la región: en Argelia, varias explosiones sacudían el pasado lunes 22 la wilaya de Setif, mientras que en la wilaya de Medea (360 kms. al este de Argel) una bomba artesanal explotaba al paso de un vehículo militar matando a un soldado e hiriendo a varios más. En Túnez las fuerzas de seguridad detenían, entre el 23 de diciembre y el 3 de enero (tome nota el lector de las fechas) a 27 activistas (miembros de un grupo que ya había sido golpeado por la policía italiana en Milán en mayo de 2005) abatiendo, en un enfrentamiento armado el último día del operativo en una villa en construcción a las afueras de Solimán (localidad 30 kms. al sur de Túnez capital), a tres terroristas incluído su emir, Lassaad Sassi.

Guste o no, el entramado terrorista Al-Qaïda ha entrado violentamente en los anales de la historia: primero operando al servicio de occidente en su lucha contra la URSS, Afganistán por medio. En una segunda, atentando directamente contra los intereses de sus antiguos patronos: arrasando simultaneamente en 1998 las embajadas de los Estados Unidos en Nairobi y Dar es-Salam inicialmente, para atacar después un 11 de septiembre en el corazón de Occidente: Nueva York. Duramente golpeada desde entonces, Al-Qaïda como organización terrorista en sí va pasando de forma progresiva del enfrentamiento directo a la delegación, encarnando en el caso que nos ocupa una peligrosísima y desestabilizadora idea: la yihad en el Magreb. Desde Marruecos a Mauritania, Argelia, Túnez y Libia, donde en las mismas narices de Gadafi opera el GICL (Grupo Islamico Combatiente Libio).

Sugería antes al lector que barajara las fechas, es decir: los operativos coincidentes en el tiempo (diciembre-enero) y en el espacio: el Magreb. Desde Ouezzan a Tetuán en el norte de Marruecos, pasando por la operación Duna en Ceuta (ciudad española pero geográficamente norteafricana, no lo olvidemos), la respuesta de las fuerzas armadas en Argelia y, a caballo de todos, el importantísimo operativo de las fuerzas de seguridad de Túnez. Cuando menos curioso.

Precisamente y en lo que respecta a las últimas detenciones de la policía marroquí en Tetuán, circula en ciertos mentideros la versión de la intercepción de una llamada telefónica (que habría desencadenado la operación) en dos versiones, para liar y e intentar intoxicar mejor al personal: se habla de una conferencia de segundos entre uno de los detenidos y un alto responsable de Al-Qaïda. Otrora, de la llamada desde Oriente Medio de uno de los jóvenes yihadistas a su madre. Más creíble a mi juicio esta última y por razones que ahora no vienen al caso.
Lamentablemente (Marruecos es nuestro vecino), el 75% de los efectivos del terrorismo islamista detenido en Europa posee la nacionalidad marroquí (combinada a veces con las de otros países europeos). Precisamente, el 12 de enero la justicia marroquí condenaba a tres años de prisión cerrada a uno de ellos, Khalid Oussaye, belga de orígen marroquí y activista del GICM (Grupo Islámico Combatiente Marroquí), extraditado hace unos meses nada más y nada menos que desde Siria.

Chuia, chuia, algunos países europeos parecen empezar a reaccionar ajustando su panoplia legislativa. El tolerante Reino de Holanda en cabeza como veremos mañana, junto con los últimos movimientos de los islamistas presos en cárceles marroquíes
 

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