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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 7 DE FEBRERO DE 2007

 
OPINIÓN / SNIPER

Luna lunera, cascabelera

Por J.L. Navazo


Desayunaba ayer con un interesante titular firmado por un periodista marroquí llegado recientemente a la profesión, Lhacen Akbaio (muy preocupado en otra etapa de su vida por las asociaciones de derechos humanos) en la edición del pasado fin de semana de Annahar Al Maghribia y que reza lo siguiente: Marroquíes de Ceuta acusan al imám de enseñar a sus hijos ideas integristas.

- El imán aludido es Liazid.

- La mezquita es Sidi Embarek.

- Y los niños aludidos son los que asisten, a clase de árabe fundamentalmente, en las aulas anexas.

Sí, esas aulas cuya puerta abrió a patadas, con los asustados niños dentro, el jueves 1 a las 7.30 de la tarde el presidente de Luna Blanca, el jai Mustafá M. Mohtar, quien tuvo luego que salir por patas porque si no los padres lo despellejan vivo.

A mí me parece que se ha desatado un clima de fitna en el seno de la comunidad musulmana de la Ciudad, tanto por motivo de flus como de prestigio social entre los suyos, cara a posicionarse para dentro de unos años, cuando el vuelco demográfico sea un hecho y la incorporación al voto de la muchachada musulmana de la ciudad se la disputen con uñas y dientes.

Una comunidad musulmana, por cierto, en la que podemos vislumbrar diferentes actores, cuya adscripción ideológica no viene ahora al caso aunque apunto dos vectores en la misma, no necesariamente confluyentes: el islamista y el pro marroquí.

Por otro lado, me permito invitar desde estas líneas a un inspector de trabajo. Que suba dando un paseíto hasta la cocina gestionada por Luna Blanca (esa que abastece a los menores de La Esperanza y Punta Blanca). Y no ya porque el pobre Adil, el transportista del condumio, trabaje el hombre sin estar dado de alta en la Seguridad Social, no. Lo que más me indigna es que una presunta asociación benéfica como Luna Blanca, que maneja una subvención anual de cerca de 400.000 euros, tenga ilegalmente de curritos en la cocina a cuatro marroquíes sin siquiera la ‘tarjeta fronteriza de trabajo’: me refiero a Mustafá, Zaher, Abdelkader y Abdeljalak. Y por que no a otro inspector de sanidad, a ver donde están los preceptivos carnets de manipuladores de alimentos. Supongo que, tras lo dicho, más de uno entenderá mi reciente expresión sobre que Ceuta está muy vigilada, pero no está controlada. ¿Vale?
 

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