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OPINIÓN - JUEVES, 8 DE FEBRERO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Los restos mortales…
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

… permanecen en el Instituto anatómico-forense, donde se le está practicando la autopsia. Todas las muertes televisadas se revisten de idénticas coletillas. El descansado deja de tener entidad para convertirse en “restos mortales” que resulta más elegante que decir sencillamente “muerto” o “cadáver”. Duro. Y más duro aún para los padres de la joven Erika Ortiz que están pasando por el más terrible trance que puede sobrevenirle a un ser humano: sobrevivir a un hijo o a una hija. No existe dolor más grande.

Y menos aún cuando la muerte es intempestiva, absurda e inesperada. Hablarán de fallo cardio respiratorio, porque en todas las muertes falla el corazón. Pero ha sido muy impactante, sobre todo por las imágenes repetitivas de una chica delgada, sonriendo y captada por los objetivos y la insistencia en que Erika sufría una depresión. Como tantas y tantos. La enfermedad oscura del alma que deja sin defensas para la vida. Recuerdo que, la primera frase que me hicieron memorizar en italiano era algo así como “La causa de la depresión es muy simple, es un cortocircuito en el árbol de la vida” Depresión y la última patología que va camino de convertirse en pandemia psiquiátrica, se traduce del inglés como “síndrome del quemado” y es cuando la mente y el cerebro gritan un ¡No puedo más! Y realmente no se puede más, porque, los problemas, la vida, los sinsabores, las relaciones, el trabajo, la familia, sobrepasan la capacidad de aguante, superan todas las resistencias, se quiebran los diques de la mente y hay que largarse corriendo al psiquiatra para que comience a prescribir a toda prisa antidepresivos y ansiolíticos, somníferos y tranquilizantes y ese tipo de consejos “Tiene que parar” que nadie puede seguir, por imposibilidad manifiesta ¿Conocen a alguien que pueda parar así, por las buenas? Yo no. ¿Darse de baja? Quien pueda permitirse el paréntesis y seguir cobrando pero, no sé en estos momentos, sí hace no mucho tiempo, las depresiones, neurosis de ansiedad, síndromes de quemados que superan el conocido estrés, ninguno de ellos tenían consideración de enfermedades profesionales en un colectivo tan susceptible al hartazgo absoluto y al crack anímico como es el de los abogados. Pero ¿Podía estar quemada la joven Erika Ortiz hasta el punto de que le fallara el corazón? Algunos dirán que, en estos momentos de su vida parecía tenerlo todo, pero las depresiones endógenas son temibles, acometen, atacan, tras un acecho malicioso y solo sirve para ellas, al parecer, la célebre máquina de electrodos que se ha traído de Israel el psiquiatra Enrique Rojas. Ahorrando anda servidora para acudir a la consulta y aspirar a que me enchufen los cables, me peguen las descargas y salir curada, aunque mi problema es exógeno, lo tengo identificado y está plenamente motivado. Ya ven, en el Padrenuestro en lugar del “ y no nos dejes caer en la tentación” yo ruego “y no me dejes caer en la depresión y si caigo más, que se transforme en endógena que se cura antes”.

Que se refieran a la delgadita Erika Ortiz como “los restos mortales” hace daño, pero que hablen de la depresión de la joven madre y figurarnos el estupor de su hija de seis años ante la ausencia, eso hace sangre. ¡Maldito mal oscuro del alma si ha tenido algo que ver en la desaparición de la chica! Malditos avances de la psiquiatría que no avanzan lo bastante y que parecen paliar que no curar, malditos neurotransmisores que no se dejan controlar ni se acaban de doblegar a la química y maldita pena la de unos padres velando los restos mortales de su hija. Que no hay pena buena, la pena es pena y es negra como la endrina ¡Maldita!.
 

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