PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - VIERNES, 9 DE FEBRERO DE 2007

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Ha llegado el Carnaval

¡¡¡Se hizo la luz!!! Las carnestolendas del 2007 iluminaron la ciudad para avisar de su llegada pavorosa y dislocada. Don Carnal, haciendo arrumacos consentidos a doña Cuaresma -que tendrá que llegar para constreñir las habilidades más divertidas de los seres humanos justo inmediatamente-, abrirá calles y espacios para lo lujurioso de la palabra, apenas sensible de las limitaciones que quieren imponer aquellos que no consienten una visión de lo cotidiano sutil a través de la ironía.

Ceuta, prácticamente, pulula por el devenir de lo sarcástico (mayor y mejor seña de identidad del Carnaval) haciendo risas de lo pretendidamente importante, y pone con estas fiestas careta jocosa a lo que políticamente se muestra como indispensable.

En los anales carnavaleros -quizás mayores en otras tierras- se encuentra como estulticia lo que antes se había figurado como indispensable, y procesa la ciudadanía el libre albedrío de la satisfacción y la risa que permite al corazón latir más afablemente.

Los Carnavales se han iluminado, o han iluminado la ciudad y a sus ciudadanos, para mirar tras la oreja aquello de irrisorio que llevamos dentro. Castigados en los albores de la última inquisición (aquí alumbrada por los ramalazos fascistas de una Europa decadente que hizo de España su campo de batalla anterior a la contienda mundial) por poco permisivos censuradores; ha vuelto como gracia para reír y pasarlo bien y criticar en pleno uso del artículo 20 de la Constitución de esta España jocosa por antonomasia.

Carnal pasea, con descaro, su proceder impío (casi vulgar) y pernicioso, porque en este tiempo -antaño dedicado al advenimiento de la primavera- entra de llano en los requisitos del ‘pasárselo bien’-; quizás habrá que agradecer a otros pueblos más atrevidos y animados con la fiesta el llegar a este jolgorio del poder decir lo que se piensa.

No se repriman, canten por las calles cuanto les gusta y no les agrada para que la ciudadanía sea consciente de ello; el Carnaval llega con su sello de libertad.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto