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OPINIÓN - SÁBADO, 10 DE FEBRERO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Chalaneo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Fernando Marín López, subdelegado del Gobierno, antes de que los socialistas ganaran sus primeras elecciones generales, tenía asumido que en esta ciudad los hábitos establecidos solían amargarle la vida. Y en cuanto podía, se desahogaba con quien fuera merecedor de su confianza y quisiera oírle.

Decía aquel hombre, de quien comprobé que nunca estuvo bien visto por cuantos gustaban de hacer su santa voluntad, que le repateaba cómo llegaban a él ciertos empresarios procurando convencerlo de que se olvidara de las leyes en beneficio de ellos. Contaba el tal Marín López, las muchas enemistades que se había creado por mostrarse inflexible ante peticiones imposibles de conceder. Y remataba su faena así: “En Ceuta no se puede aplicar la ley a rajatabla. Tampoco es que se viva al margen de ella. Aunque si se combate la costumbre..., surgen los roces”.

Han transcurrido más de dos décadas desde que aquel subdelegado puso el dedo en la llaga. Pues bien, a pesar de ello y cambiando lo que haya que cambiar, tengo la impresión de que sigue primando el chalaneo, las influencias, las palmadas en la espalda... Y, sobre todo, el que algunos empresarios crean que los despachos de las autoridades han de estar abiertos siempre para sacar provecho de sus visitas.

Yo me imagino que Jenaro García Arreciado, delegado del Gobierno, habrá tomado las debidas precauciones para mantener a raya a los expertos en el menester ya aludido. De no ser así, bien haría el buen político onubense, en tomarlas cuanto antes mejor. A fin de que luego no salgan diciendo que le han cogido el pan debajo del brazo. Porque tales sujetos suelen comportarse de la siguiente manera: cuando no logran sus objetivos, procuran por todos los medios poner al delegado como chupa de dómine. Campaña de descrédito incluida. Y si acaso salen de la entrevista satisfechos, no dudan en jactarse de que le han ganado la voluntad.

Traigo esto a colación, porque vengo comprobando que el propietario de un periódico local, sigue pasándose la ley por el forro de los cojones. Me explico: llevaba meses canjeando cupones por billetes de pasajeros y coches, correspondientes a la naviera Buquebús, en un local de su propiedad y ninguneando a las agencias de viajes. Hasta que éstas, hartas de perder dinero, acudieron a la Confederación de Empresarios a protestar enérgicamente. Allí les dieron la razón y les pidieron que no denunciaran el hecho. Y los empresarios aceptaron. Eso sí: reconocieron por medio de una misiva la ayuda que les había prestado la persona que dio la cara por ellos. Lo cual no es óbice para que el delegado del Gobierno, el capitán de la Marina Mercante y hasta el Inspector de Trabajo, estén cumpliendo con sus obligaciones; es decir, tramitando los expedientes relativos a las funciones de cada cual y enviándolos a los sitios debidos. De no ser así, estarían haciendo dejación de sus funciones y podríamos atrevernos a escribir que han sido tomados por el pito del sereno.

Pero hay más: el propietario de ese periódico, no sé si conchabado con la naviera, no sólo canjeó cupones por billetes en sitio prohibido, sino que engañó al personal ofreciéndole una sala de embarque inexistente en ese barco. Y por si no fuera bastante, semejante trola, ahora se dedica a vender periódicos catalogados de sobrantes cuando en realidad son nuevas tiradas.

Pues bien, he aquí la prueba evidente de cuanto denunciaba López Marín en 1982. Lo que nos falta saber es si, en el 2007, las autoridades cumplen con sus obligaciones o temerosas de ser puestas en la picota, se acoquinan y permiten que algunos campen por sus respetos. Sobre todo si tienen medios de comunicación.
 

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