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OPINIÓN - SÁBADO, 10 DE FEBRERO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Crispación
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

¿No les parece que andamos todos un poco crispados? Con una especie de ansiedad generalizada que se combina con la irritación crónica. Me comenta un lector que llama desde un teléfono normal que tiene ganas de que pase algo “muy” bueno, que acontezca un suceso estupendo que nos impacte. Mi lector, que se hace llamar Cosme, alega que, los temporales en el Estrecho le generan claustrofobia, que los privilegios penitenciarios de los que goza de Juana Chaos son de Juzgado de Guardia y una bofetada sin mano para el resto de los reclusos hospitalizados y que, el que hablen en los telediarios del suicidio con tranquilizantes de la joven Erika Ortiz le ha causado zozobra.

Y yo me uno a los sentimientos de Cosme, que supongo que tienen un punto de psicosis generalizada y común a todo el pueblo español. Lo de Erika me ha impactado ¿Si estaba en tratamiento por depresión, por qué estaba sola? La soledad es dura cuando fallan los neurotransmisores y se desencadenan la ansiedad o el pánico, en esos momentos, para controlar, no queda más remedio que meterse el Diazepan bajo la lengua, el Trankimacín o comenzar a ingerir lexatines a toda pastilla y entre temblores de azogado. La muerte de la chica ha sido una tragedia y bien podría aprovechar su hermana la vicisitud para volcarse en una fundación que ayuda a las personas con problemas mentales. Si. A los que tienen la mente cortocircuitada y que van desde el bipolar al depresivo, desde el esquizofrénico al neurótico ansioso, desde… Porque todos ellos corren el riesgo de cansarse, fatigarse, ser víctimas de una crisis y a la postre finiquitarse con esos ali olis de alquimista a los que, la farmacopea da nombres comerciales y que son remedios químicos paliativos, que no curativos, o al menos eso me parece. Lola Flores, esa Faraona cuyo arte no se podía aguantar sierre decía “Cuando una mujer pare pasa la muerte por debajo de la cama” Y cuando un enfermo tiene los remedios sobre la mesilla de noche y las píldoras echamano siempre a la vera, la muerte acecha desde el quicio de la ventana. Para muchos enfermos, vivir es claustrofóbico, como claustrofobia provoca la falta de carreteras y el dar siempre las mismas vueltas en el coche por los mismos kilómetros cuadrados. Pero más angustia provoca anímicamente la nieve en los pueblos de cualquier región, cuando se queda uno aislado por un manto blanco, allá donde Cristo pegó las tres voces, donde ni llegan el pan y la prensa y si no falla la luz milagro es. Hace fuerza mucha fuerza para aguantar cualquier tipo de aislamiento. ¿Y que me dicen de los presos que permanecen encerrados entre barrotes?. Claustrofobia y crispación, nuestra España parece un ascensor de dos por dos donde nos hemos quedado atrapados, el timbre de alarma no suena y encima los que están dentro discuten y tienen ganas de vaciar la vedija, pero, si se pierden las formas, el uno mea, el otro fuma y el tercero se acurruca a echarse la siesta se puede liar el dos de mayo.

La sensación de ahogo ante los problemas, el político catalán que irrumpe diciendo que hay que legalizar las drogas, los policías que custodian a de Juana y a su régimen deadelgazamiento indignados y ofendidos, el Otegui hablando de anexionarse Navarra y encima publicitándose porque no ha cojones ni valores como para hacerle un boicot informativo total y para postre Aznar, en plan porculero, con perdón del atavismo patrio, haciéndose el remolón a la hora de reincorporarse a su puesto y cumplir con su deber.

Crispación ¿Por qué no nos dan alguna buena noticia? Ería muy de agradecer.
 

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