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OPINIÓN - DOMINGO, 11 DE FEBRERO DE 2007

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Carnaval, de todos y para todos

Oficialmente, con la ‘mejilloná’ en la Marina, da comienzo el carnaval. Época para dispendios de todo tipo, pero muy especialmente para el uso de la ironía criticona que permite disuadir los miedos a lo hablado.

Debería ser exigible en estas fechas ese propio ejercicio de la crítica que, por lo demás, hace crecer las libertades -muy especialmente las atribuibles al artículo 20 de nuestra Carta Magna-, sin dejar que se confunda con el bastardo sentido de la crítica que arremete contra ciudades y ciudadanos; que confunde participación con vasallaje; que emerge de la maledicencia y el mal gusto.

Cuán disfrutables son esas mismas ironías en boca del quehacer inteligente de quienes saben de esto; y cuánto de estúpidas en la lengua viperina de aquellos que sólo trasmiten rabia y malestar entre los ciudadanos.

Brilla el carnaval en la calle y se cobija en el paraguas libre de esa democracia a la que le queda tanto por proteger, tanto por quitar (al menos denunciar) en bocas de quienes fueron sus traidores. Y brilla porque es lúcido y lúdico, lo que nunca pudieron soportar sus enemigos de pasadas épocas de estandartes caducos y coercitivos.

En unos sitios más arraigado que en otros, pero con la misma capacidad de sátira burlona y locuaz, el carnaval nos devuelve ese ‘yo’ socarrón y gamberro que hace de la risa el epíteto de la denuncia, y que permite disfrutar de una sinrazón razonable que se ejercita coplilla tras coplilla para aseverar, tal vez, las ‘verdades del barquero’, las peculiaridades que hacen ridículo de lo cotidiano.

Apuren hoy los mejillones carnavaleros que mañana llegará Cuaresma con su frígido recato, y salgan a la calle para averiguar si son capaces de soltarle a la cara -cantando- lo que piensan del vecindario y del mandatario, y no se amedrenten por aquellos que hacen a través de la palabrería jerga y se quieren imponer como dueños del cotarro. Carnaval es de todos y nadie tiene marchamo de calidad para suministrarse sus derechos.
 

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