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OPINIÓN - DOMINGO, 11 DE FEBRERO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Jorge Pérez Blanca ¡Ele torero!
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Espectacular el artículo de ayer de mi compañero y amigo Jorge Pérez Blanca sobre la libertad de expresión en Ceuta. Rigurosos y con un punto de sequedad, sin dejar de ser apasionados y raciales, todos los artículos de este hombre de bien, que hace encajes de bolillos con el idioma, estira el verbo y el sustantivo, acopla la frase al pensamiento y el pensamiento al sentimiento hasta el punto de que no se sabe donde comienza uno y acaba el otro. Hoy, tras la lectura de sus últimas líneas, he decidido agitarle el botafumeiro, con auténtico fundamento y aunque el incienso le atufe y huya del halago como de aguas bravas. Porque ya se sabe, que, los halagadores oficiales y los tiralevitas oficiosos son una especie de especuladores a largo plazo que siempre esperan obtener dádivas o prebendas a cambio de sus quiebros de cintura y de sus cabezazos.

Como a mí este ser de letras no va a darme estrictamente nada aparte de, si un caso, invitarme a comer en su casa cuando me caiga por Ceuta y después hacer tertulia de rebotica antigua ante el café. Exacerbando mutuamente nuestra españolidad hasta que, el guapetón hijo de Jorge que es un prodigio imaginativo a nivel compositor porque, de casta le viene al galgo, tenga que arbitrar soluciones intermedias para que, a ninguno, nos dé una alferecía. Habla mi compañero de menesteres de la libertad de expresión en Ceuta y, desde la realidad andaluza, se hace raro oír y leer la disertación, hasta el punto de que, un colega letrado me pregunta con un punto de extrañeza si es que, en el sol de España en África, existen a nivel Gobierno Autónomo puestos institucionales de censores oficiales u oficiosos. Pero yo me imagino que censores-censores destacados no existen, que lo que debe existir es el melindre y el tiquismiquis, la moralina onegetista e hipocrituela, tipo las señoronas que, cada año, se apuntan al rastrillo benéfico madrileño, abundante en títulos mobiliarios y escaso en indigentes, donde, con una sola de las joyas o uno de los visones que llevan las marquesonas que se meten de camareras a servir tapas, delantal en ristre, porque es graciosísimo y muy caritativo, con un adorno de esas pijas se tendría alimentado a un pobre para un tiempo considerable. La censura ceutí la presumo ñoña y cursi “No vaya a ser que…” ¿Que qué? ¿Qué se ofendan los que hacen del victimismo forma y medio de vida? ¡Venga ya con la pamplinería ¡ Vergüenza ajena siento y comprendo los arrebatos de Jorge Pérez Blanca, que es como es, pero que, lo que sea y guste o no guste, va por derecho, vistiéndose por los pies, cantándole las cuarenta al lucero del alba y con la eximente total de que, la verdad, es en él algo congénito y endémico, como la malaria en África. No puede ser menos en esta raza nuestra que es gazpachuelo cultural celtíbera, romana, goda, visigoda, con su toquecillo fenicio y su adobe de Gárgoris y Habidis. Este articulista de postín merecería mover el esqueleto estos carnavales al son de “Numancia-Mix” cantado por una coral de guerreros, santos y poetas.

Con Jorge Pérez Blanca no sirve el “Me gustas cuando callas, porque estás como ausente”Muy poético, bucólico, pastoril y adecuado en la moral de las ladillas “medrosas y asustadillas”, sirve cuando es cañero y usa y abusa de la moral de lacedemonio, nacido para el combate, que es algo muy nuestro y muy de ser hombre cabal y de rezumar en los sentires colores rojos y gualdas, o grana y oro. ¡Ele, torero!

 

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