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OPINIÓN - JUEVES, 15 DE FEBRERO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Ayer fue San Valentín
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Pero como me reconcomía la probabilísima excarcelación del asesino de Juana Chaos no tenía el cuerpo para alegorías. Por cierto ¿A ustedes les incomoda que escriba a veces utilizando el habla andaluza? Lo digo porque existen analfabetos funcionales que me “acusan” de inventarme el idioma cuando no hago más que poner en práctica las directrices del Congreso Anual de Escritores Andaluces que se celebra cada año en Ronda. Y además, si invento palabras deberían alabarme y no criticarme, porque soy humilde exponente de que, nuestro precioso idioma español, crece y se enriquece, fluctuante y acompasado como una medusa lingüística, de la mano terminológica, tanto de académicos como de barriobajeras, que todos somos hijos de Dios. Además, como los gusanos acaban comiéndose la sinhueso, lo que se comen los gusanos que lo oigan los cristianos.

Uso y abuso del verbo andaluz. Pero ayer, sin meterme en algarabías ni andalucismos, me quedé de cuadros ante una noticia que apareció en el diario Sur. Se trataba de los consejos que daban las ¿Oenegés? Sobre el día de San Valentín. ¿Qué por que me interrogo sobre las Oenegés? Pues porque, si no reciben subvenciones ni prebendas y funcionan con lo que, malamente, levantan sus miembros, son auténticamente No Gubernamentales, pero si chupan de la tetuela prolífica de las Instituciones y del erario entonces son Osigés, es decir, Si Gubernamentales. Estas no sé por que andurrial echarían el bofe, pero daban unos consejos casi paranormales para evitar la contaminación y el cambio climático. Que ciertamente es algo que a todos angustia y preocupa, sin que, por ello, en esta península ibérica, acometa a las autoridades la fiebre de construir pantanos, montar desaladora tras desaladora y reforestar los terrenos baldíos.

Al revés, se reforesta con ladrillo y cemento y el poco verde que se vislumbra es el de los gélidos campos de golf. A lo que iba, las apreciaciones de los onegestistas no consistían en el “plante usted un árbol por San Valentín” sino en elucubraciones tipo “Si regala bombones que sean autóctonos, porque el transporte de bombones contamina” “Si va a un restaurante pida alimentos ecológicos” y “Si regala flores que no sean de importación, porque, la importación es contaminante” ¡Unas cosas más raras! En verdad, cuando compramos una flor no preguntamos si es española o viene de Marruecos, porque da igual, es bella y si encima genera prosperidad con su comercialización, es también buena. En cuanto a comer ecológico, eso querríamos todos, si los alimentos naturales no fueran tema de “El rincón del gourmet”. Ustedes tienen suerte con el vergel marroquí a la vera, pero nosotros, en la piel de toro, tenemos el postre que no se destina a la exportación. Los productos señoritos se van para Europa y aquí queda lo que no quieren los guiris y encima terriblemente encarecido por el cáncer de los intermediarios.

Tanto consejo cursi y tanta mandanga me parece un poco la cagaíta de la paloma y el cogérsela con papel de fumar, lo importante es que, todo el sea afortunado, ayer regalara una flor o unos bombones y encima se pagara una mariscada, sintiéndose feliz y satisfecho. ¿Qué si yo recibí flores? No, porque mi Erik, el pintor, está encamado, pero se las regalé a mis dos hijos, que me tienen enamorada, como a ustedes los suyos, apuesten lo que quieran a que sí.
 

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