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OPINIÓN - SÁBADO, 17 DE FEBRERO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

La intuición
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Mis relaciones con Pedro Gordillo se rompieron un día, de hace ya bastantes años, a raíz de que una autoridad le achacara un mal proceder contra mí. En vista de que lo ocurrido era grave, a partir de entonces estuve esperando que PG me diera las excusas correspondientes.

Lo cual no ha sucedido aún. Aunque nunca me ha quitado el sueño semejante comportamiento del presidente del PP. Más bien ha sido un motivo excelente para constatar si estaba intacta mi capacidad de perdonar afrentas. Y he vuelto a descubrir que, a pesar de los años, sigo teniendo una facilidad pasmosa para decir pelillos a la mar.

El perdón llega cuando uno se da cuenta de que no hacerlo genera odio, y la obligación de odiar dicen que acorta siniestramente una vida que ya de por sí es corta. Y aunque sea por egoísmo bien merece la pena dar ese paso. Si bien no significa que uno olvide.

Tal vez porque amigo de las frases hechas, por más que estén tan mal vistas, uno gusta de esas que nos recuerdan que los sabios perdonan pero no olvidan. Mientras los tontos ni perdonan ni olvidan; y los ingenuos perdonan y olvidan. En realidad, como ustedes pueden colegir, cualquier decisión que tomamos es pensando siempre en los beneficios que nos puede reportar. Ya sean éstos físicos, materiales o capaces de estimular nuestro ego.

Pues bien, volviendo a Pedro Gordillo diré que aunque ya antes habíamos cruzado algunas palabras (las justas y por hallarnos en situaciones donde otras personas merecían un comportamiento educado por nuestra parte), fue días atrás cuando él se dirigió a mí por vez primera para tenderme la mano, con cierta efusividad, y darme explicaciones sobre cierto tejemaneje periodístico. Ni que decir tiene que yo no se las había pedido. Faltaría más.

Y lo hizo sin ambages. Es decir, en corto y por derecho. “Mira, Manolo, te puedo asegurar que de ninguna manera formo yo parte de ese periódico del cual se está hablando que va a salir muy pronto”.

Mi respuesta fue la siguiente: a mí no se me ha ocurrido escribir que seas tú persona muy principal en ese proyecto. Aunque es cierto que los hay que no cesan de propalar los muchos intereses que tú tienes en ese medio cuyo nacimiento parece inminente. A lo mejor están usando tu nombre con fines interesados. Y si es así, y además contra tu voluntad, bien harías en cortar semejante bulo. Por razones varias y, desde luego, ningunas encaminadas a beneficiarte.

Tras intercambiar otros comentarios, con aires de telegrama, nos despedimos. Y la verdad es que a mí me quedó la impresión de que ambas partes habíamos dicho lo sucinto en relación con un asunto que huele a guano. Del cual, por razones obvias, el presidente del PP debe saber mucho más que yo. Sin duda. Decir lo contrario sería pecar de ingenuo.

No obstante, y dado que PG suele atribuirme una gran captación intuitiva, y ello es algo que no me desagrada, estoy en condiciones de comunicarle que me da a mi en las pituitarias que un amigo común puede que esté metido de hoz y coz en esta empresa. Y, claro, estoy tentado de llamarle a Murcia para ver si consigo que me aclare, de una vez por todas, todo lo concerniente a la Manzana del Revellín. Líos y trapicheos que han existido al respecto y que él guarda en su caja fuerte como oro en paño.

Y, cómo no, preguntarle a Adolfo Espí si, su probada afición a la lectura y sus más que comprobados deseos de repetir suerte como editor de periódico, le han hecho aceptar algún papel en este nuevo medio.

Como verá Pedro Gordillo, la intuición que me adjudica es la que me permite dirigirme a Adolfo Espí. Lector del Oasis. Y seguro que obtendré respuestas inmediatas.
 

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