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OPINIÓN - DOMINGO, 18 DE FEBRERO DE 2007

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Día del Seminario: “Sacerdotes, Testigos del Amor de Dios”

Por Antonio Ceballos Atienza*


Mis queridos diocesanos:

La celebración del Día del Seminario tiene un fuerte contenido eclesial. Una comunidad cristiana sin sacerdote queda en situación de orfandad, de ahí la importancia radical de suscitar vocaciones para el ministerio sacerdotal. Cada comunidad parroquial debe tener al menos una vocación sacerdotal. El Seminario es obra de todos los miembros de la Iglesia Diocesana, y todos estamos llamados a colaborar desde la vocación y misión recibida de Dios.

1. En tu nombre echaré las redes


El tiempo en que estamos viviendo no nos permite la inhibición ni es el propicio para las lamentaciones y los recelos. Las nuevas instancias y los nuevos retos que nos presenta nuestro mundo están reclamando la presencia del testimonio con nuestra fe y la acción serena y confiada de los que se saben seguros y fuertes en el amor que Dios nos tiene. En su nombre hay que echar diariamente las redes, repitiendo el gesto de Pedro (cf. Lc 5,5), que pone de manifiesto la fe en el amor que todo lo puede.

Los profetas fueron llamados por Dios y contestaron: “Aquí estoy, mándame” (Is 6,8), “Habla, Señor, que tu siervo escucha”(1 Sam 3,10). María, la Virgen, respondió con prontitud: “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38). Los primeros apóstoles fueron llamados por Jesús “y dejándolo todo, le siguieron” (Lc 5,11). Estas llamadas y respuestas tienen como motivación fundamental el Amor de Dios y el Amor a Dios.

2. Sacerdotes, testigos del amor de Dios


En esta dirección está orientado el lema escogido para la campaña del Día del Seminario del 2007: “Sacerdotes, Testigos del Amor de Dios”. Toda vocación sacerdotal nace, en efecto, del Amor de Dios que impulsa a consagrar la vida al servicio de los hermanos; sólo apoyados en Él se puede correr la aventura del sacerdocio que prolonga en la historia la misión de Jesucristo.

Vosotros, queridos sacerdotes, estáis llamados a ser, de una manera especial, testigos del amor, a través de una vida plenamente identificada con Cristo. De esta manera, el testimonio de vuestra entrega y la fidelidad a vuestro ministerio será la mediación más adecuada de la llamada de Dios que convoca un servicio pastoral y desinteresado de la Iglesia.

3. Hemos creído en el Amor de Dios


Los sacerdotes no sólo son los hombres de lo sagrado sino testigos cualificados del amor de Dios, amor pascual, redentor y resucitado, cristológico y eclesial y, en definitiva, trinitario. Para poder ser testigos y maestros de la Iglesia, siervos y pastores del Pueblo de Dios, y para poder desarrollar su dimensión esponsal, necesitan dejarse trabajar por el Espíritu Santo. Únicamente así serán hombres de fe, profetas de esperanza, artífices de comunión y siervos de la caridad.

4. La voz inconfundible de Jesús sigue sonando


Este año en la Iglesia española y en nuestra Diócesis de Cádiz y Ceuta, celebramos el Día del Seminario durante los días 18 y 19 de marzo. Esta celebración nos invita a considerar, desde la fe y el amor, la importancia de la vocación sacerdotal para el Pueblo de Dios y nos recuerda el deber de orar por la comunidad de nuestro Seminario Diocesano de San Bartolomé.

Hoy como ayer sigue sonando la voz del Maestro que invita a todos los hombres a ser sus discípulos y como ocurrió con Simón Pedro y Andrés (cf. Mc 1,16-20), también hoy, a través de los distintos acontecimientos y la multiplicidad de situaciones que genera nuestra sociedad actual, los oídos de la fe saben captar la llamada especial de Jesús que invita a dejar las redes, a ir tras Él y colaborar en su misión de convocar y reunir el nuevo pueblo de Dios.

5. Fuertes motivos de esperanza


La realidad de nuestra Diócesis, contemplada en el contexto más amplio de la Iglesia universal, con la presencia de 19 seminaristas mayores constituye un fuerte motivo de esperanza. En nuestra preocupación, que hago extensiva a todos los diocesanos, está el disponer, potenciar y actualizar los distintos medios y la instituciones necesarias para el cuidado de las vocaciones y la preparación adecuada de los candidatos al sacerdocio (cf. Od. 11,2).

Las profundas mutaciones que se producen en el seno de nuestra sociedad actual y las nuevas condiciones en que los sacerdotes han de ejercer, en el presente y en el futuro, su ministerio, nos urge a una búsqueda continua de los medios más apropiados para que los aspirantes al sacerdocio lleguen a ser hombres de fe probada y testigos del amor de Dios, con una profunda experiencia de Dios y con una formación teológica pastoral que los capacite para interpretar correctamente los signos de los tiempos y para responder a las necesidades que emergen en el interior de nuestra sociedad. Tal empresa merece el aprecio y la colaboración de toda la comunidad diocesana, consciente de que en este campo se debate una buena parte del futuro de nuestra querida y amada Diócesis de Cádiz y Ceuta.

6. Compromiso en el fomento de las vocaciones


Nuestra Diócesis debe estar comprometida en el fomento de las vocaciones como algo irrenunciable, una tarea que nos afecta a todos los miembros de la comunidad diocesana: sacerdotes, familias cristianas, educadores en le fe, comunidades orantes, pastores y fieles.

La vocación sacerdotal, don de Dios, es una experiencia de amor, el amor de predilección de Jesucristo que compromete a una respuesta de fidelidad en el amor. El sacerdocio es vocación de generosidad a Cristo, a la Iglesia y a los hombres, necesitados de misericordia de Dios; es participar en el mismo género de vida de donación de Jesús.

Solamente desde una entrega sin condiciones ni reservas egoístas resulta posible la misión del sacerdote. Se trata de una entrega de fidelidad a los tesoros del amor que Dios deposita en cada uno de los llamados al sacerdocio ministerial de su Hijo: el Evangelio, el Cuerpo y la Sangre, el ministerio de la Reconciliación, el representar a los hombres en todo lo que mira a Dios.

7. ¡Jóvenes creyentes!


Es de agradecidos responder a la vocación de amor siguiéndola con entera disponibilidad.

Responded a la llamada del amor de Dios en el momento, ambiente y realidad en que os encontréis. Todos, y cada uno, tenéis la obligación y la alegría de dar, y de ser respuesta al Dios que nos ama y que nos llama.

Aprended del mismo Jesús a luchar contra el mal, a vivir el programa de las bienaventuranzas, a convertirnos con la fuerza del Espíritu en transformadores eficaces del mundo.

Como Pastor de esta Iglesia de Cádiz y Ceuta, confío, queridos jóvenes y adolescentes, en vuestra responsabilidad cristiana y a ella apelo. Pido a Jesucristo, sumo y eterno sacerdote, que os infunda su Espíritu de fortaleza para responder con generosidad a quien os llama a un ministerio de amor y de entrega. No defraudéis a la Iglesia, cuyo porvenir habéis de asumir vosotros. Asumidlo ya siendo fuertes en la fe y generosos en la entrega al servicio de Cristo, que busca obreros para la abundante mies.

8. Diocesanos todos


Os invito a reflexionar una vez más sobre la importancia y el significado del Seminario, la necesidad de vocaciones, de crear un ambiente propicio para fomentarlas y de ayudar a que puedan madurar con la formación espiritual e intelectual que proporciona el Seminario.

Os pido que oréis por los futuros sacerdotes, testigos del amor de Dios, y por sus formadores, y ofrezcáis vuestra generosa colaboración económica.

Reza por vosotros, os quiere y bendice,

+ Antonio Ceballos Atienza

Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 12 de febrero de 2007.
 

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