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OPINIÓN - JUEVES, 1 DE MARZO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

¡Cuánto malo!


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com

¿Cuántas mujeres van asesinadas por sus parejas en lo que va de año? Al día de hoy creo que son ya quince y la suma sigue y crece. Dicen los psiquiatras que, el maltratador, no es un enfermo, puede ser un psicópata pero no está enfermo. Y aluden a la realidad incontestable de que existe lo que se llama el ser “perverso” es decir, la persona que es mala sin sufrir ningún tipo de desorden psiquiátrico. Así debe ser, puesto que lo dicen mis maestros en las tareas de la comprensión, complejísima, de los avatares neuronales. Pero servidora que es de naturaleza simplonata y profundamente de pueblo opina que, el perverso de entrada es un hijoputa y de salida está desequilibrado. Porque nadie “normal” puede ser malo porque sí y hacer cosas malas porque le sale de su peluda y alocada ingle y encima no experimentar el mínimo arrepentimiento, entonces sería un sádico, que disfruta con el dolor ajeno y el sadismo es patología.

Cualquier conducta que se aparta de la normalidad es “anormal” y hay que buscarle un por qué, pero no en los traumas infantiles, sino escarbando en la mente hasta diagnosticar. Y ya desde pequeño, el cabroncete se hace notar, por eso siempre he defendido que, en las escuelas, debe estar operativo un gabinete psiquiátrico, que no psicológico, para un diagnostico precoz de pequeños individuos carentes de empatía, que corresponden al perfil de maltratador escolar, violentos o conflictivos. Con la naturaleza perversa o con el desequilibrado no valen charlitas de oenegé, ni buenismo almibarado, sino normas, pautas, disciplina férrea y, en su caso, medicación y control ambulatorio. Cientos de niños son maltratados por sus compañeros en el ámbito escolar, cientos de mujeres tienen que acudir a pedir protección, cada vez más frecuentemente saltan noticias de niños maltratados por sus padres ¡Cuánto malo! Los sociólogos apuestan por la educación en valores adobada con disciplina y normas y salpimentada con castigos como consecuencias a las malas acciones. Educar para sensibilizar, pero también proteger a la sociedad y a la comunidad ante elementos indeseables en quienes la cultura resbala, se oponen a las normas y son impermeables a los valores. Cientos de veces, durante años he venido advirtiendo, desde mi humilde catetería de persona sencilla pero tremendamente práctica, de la necesidad imperiosa de rescatar, modernizar y adaptar a nuestra realidad actual leyes como la de “Peligrosidad Social” de infausta memoria para muchos, porque era tremendamente sancionadora, porque estaba hecha con la mentalidad de hace cincuenta años que no es la de ahora, pero lo fundamental es que, los ciudadanos han de protegerse y tener identificados y férreamente controlados judicial y policialmente a los elementos potencialmente peligrosos. La Ley de Peligrosidad Social aplicada a los maltratadores de mujeres y niños supondría un serio obstáculo para sus fechorías, la Ley de Peligrosidad Social aplicada al joven delincuente que ha desperdiciado sistemáticamente oportunidades de educación y reinserción, supondría una amenaza firme de sanción continuada. ¡Cuánto malo! Necesitamos nuevas leyes para los nuevos y turbulentos tiempos, Jueces y Fiscales mejor pagados, infinitamente mejor pagados, con incentivos por buenas sentencias y éxitos profesionales, funcionarios de justicia retribuidos por la valía de su importante misión y con sueldos equivalentes a los de los politicastros. Para que funcionen las leyes y la justicia hay que inyectar buenos presupuestos y para que las FOP acaben con el ¡Cuánto malo! Triplicarles los sueldos y los medios. Al partido político que asuma ese compromiso en plan contractual y lo cumpla para no incurrir en estafa y apropiación indebida de votos por abuso de confianza, creo que le votaríamos todos. Bueno, me confirmen ¿Van quince asesinadas? Escribo estas líneas y a lo mejor ya suman dieciséis.¡Cuanto malo!

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