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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 7 DE MARZO DE 2007

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Se acabaron los carnavales y con la finalización de los mismos, nos llega la Semana Santa, para que la vida siga su ritmo, para que todo sea igual, para que nada cambie porque nada puede cambiar en los pasos a seguir en esta vida. Somos meros polichinelas manejados por una mano maestra que decide cuando salimos al escenario de la vida, y cuando toca el momento de cortar los hilos que nos unen a ese escenario.

Esperamos y deseamos que, con la llegada de al tradicional Semana Santa, permanezca el buen tiempo y no tengamos que estar pendientes de si, en cualquier momento nos va a llegar la lluvia a estropearnos el asunto. Porque, la lluvia, ha sido la causa del derramar mares de lágrimas de todos aquellos que entregados, en cuerpo y alma, a sacar sus procesiones para hacer el recorrido oficial de las misma, se han encontrado con que la maldita lluvia no ha dejado realizar sus deseos y sus sueños contenidos durante todo un año de hacer, con sus pasos, sus desfiles procesionales.

Sin embargos otros miran al cielo pidiendo que no llueva pero que caiga la nieve suficiente para disfrutar de su deporte favorito, esquiar. En la mayoría de los casos, son aquellos que van a descansar de haber descansado. Son pocos los casos en que estos peazo de ojos, que se tiene que comer los asquerosos de los gusano, han visto en las pistas de esquiar a los peones de albañiles o a currantes de escasa categoría. Por el contrario, si he visto a personajes importantes, de esos que curran poco, por no decir nada, lanzarse cuesta bajo por las pistas de esquiar.

Sinceramente tengo que reconocer que no me atrae, nada de nada, el asunto de esquiar en la nieve y mucho menos lanzarme cuesta abajo subido en uno de esos trastos que te colocan en los píes. Respetando a todo el que siente ese gran placer, sigo sin comprender cómo se ponen esas pesadas botas y todos los demás artilugios, se colocan en un cola en la que puede estar media hora esperando, se suben en una cosa rara que se entre las piernas para, después, bajar a toda leche durante un par de minutos y vuelta a ponerse en la cola. Que me perdonen los esquiadores pero, uno, no está para esos trotes que, por demás, me parece algo absurdo espera tanto tiempo para disfrutar un par de minutos. Oiga, amigo guardia, el que la lleva la entiende. Conmigo que no cuenten.

Bueno también hay quien aprovecha esta semana para largarse fuera de nuestra tierra y, según dicen a pasarlo bien. Después, cosa lógica, porque esto tampoco cambia, vienen exigiendo al gobierno de la Ciudad que tome cartas en el asunto, que la cosa está muy mala y que así no podemos seguir.

O sea que pensándolo bien, siempre es la misma historia, acaban los carnavales, llega la Semana Santa, unos miran la cielo pidiendo que no llueva, otros miran solicitando que caiga nieve en abundancia, otros se marchan y, después, vuelven pidiendo a voces la intervención del gobierno de la Ciudad, para arreglar el asunto que la cosa está muy mala y, así, no se puede seguir.

Oiga, amigo guardia, allá cada uno con sus problemas. Servidor se va a quedar en mi tierra a disfrutar de su Semana Mayor, por su puesto mirando al cielo para que no llueva y porque, mi banco amigo, no me ha querido ampliar el préstamo. ¡Dita sea!
 

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