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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 7 DE MARZO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

La tercera España
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

José Luis Rodríguez Zapatero llevaba ya mucho tiempo puesto en la picota. Todo comenzó por su aversión manifiesta a Bush y la retirada de las tropas de Iraq. Es decir, en pocos meses pasamos de tener a un presidente que se codeaba con el amo del mundo, y lo disfrutaba con creces, a otro que incluso creyó oportuno desairarlo.

Semejante actitud, por más que el actual presidente de Estados Unidos estuviera etiquetado ya de mastuerzo, resultaba inconcebible para la oposición. Y pronto calificaron a ZP de cretino. Y, desde luego, de hacer una política exterior acorde a su condición de imbécil. Un imbécil que llegaba, además, convencido de que él era el hombre elegido para lograr que los etarras abandonanse las armas. Lo que se dice un iluminado. Y, claro, tales ínfulas, en un tipo que nunca había destacado en nada y que ni siquiera había tenido un currelo conocido, resultaban insoportables.

Por si fuera poca su osadía, el tío aparecía siempre con una sonrisa dedicada. Lo cual jode mucho; pues como somos tan amantes de las tradiciones y de los estereotipos, todavía estamos hechos a la idea de que los españoles debemos distinguirnos por ser unos señores bajitos y con aires de cabreados de por vida. Máxime si se ocupa un cargo al cual hay que vestirlo con ropajes de solemnidad y con grandes dosis de histrionismo.

Con los antecedentes ya reseñados, a ZP se le ocurrió meterse en componendas estatutarias con los catalanes. Olvidando que por ese camino España ha tenido grandes problemas. Que el Estatuto de Cataluña ha sido siempre sinónimo de grandes divisiones. Y, naturalmente, ha venido sirviendo para alimentar la idea de que lo que andan buscando es la independencia a toda costa. Tampoco fue bien recibido por la Iglesia; que sabia por alcahueta, según me confesó un día el presidente del Tribunal de la Rota de Sevilla, intuyó bien pronto que la sonrisa de ZP estaba poseída por el demonio de un laicismo más recalcitrante que el de Azaña. Y, deprisa y corriendo, los obispos más conservadores ordenaron que las campanas de la Cope tocaran a rebato.

A partir de entonces, sólo cabía esperar que los terroristas decidieran, Dios sabrá por qué causas e incitaciones, cuando les tocaba poner la bomba apropiada para que el iluminado, Rodríguez, renunciara al optimismo y perdiera, de una vez por todas, esa sonrisa que ya dicen tiene todas las trazas de pertenecer a un hombre necesitado de tratamiento psiquiátrico. Dado que, según leo, es de loco de atar el haber excarcelado a De Juana Chaos.

Ahora, disparatadas las dos Españas más furibundas, mientras la tercera asiste atónita a los enfrentamientos verbales y teme que las pasiones, instigadas, en bastantes casos, por intereses espúreos, conduzcan a situaciones de las cuales hayamos de lamentarnos, se me viene a la memoria esta cita, atribuida a José Luis López Aranguren: “La moral se esgrime cuando se está en la oposición; la política cuando se está en el poder”. Para que esta cita se convierta en silogismo, necesita una tercera proposición razonada: esa forma de actuar de los gobernantes, desconcierta a los ciudadanos, los enfrenta y azuzados por unos y otros salen a la calle cegados por el odio contra quienes creen que son sus enemigos acérrimos. Y por más que se llame al orden, es movimiento que se sabe como empieza pero jamás cual termina.

Mariano Rajoy, jaleado por quienes creen que es el momento adecuado para destrozar al Gobierno, ha decidido convocar una manifestación, bajo el lema de “España por la libertad, no más cesiones a ETA”. Ojalá que los daños sean menores que las aspiraciones de quien está jugándose su futuro político.
 

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