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OPINIÓN - DOMINGO, 18 DE MARZO DE 2007

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

Yo estuve allí

Por Nicolás Fernández Cucurull


Mucho se ha dicho y escrito en los últimos días sobre la decisión del Gobierno de Zapatero de conceder la prisión atenuada al etarra De Juana Chaos, y sobre las concentraciones y la manifestación convocadas por el PP, por primera vez en su historia, para protestar por dicha decisión. Entre los que más cosas han dicho, en un desesperado intento de justificarse, están el Gobierno y el partido que lo sustenta, el PSOE. Además de dar variopintos argumentos, en algunos casos contradictorios (el responsable es el juez, es Rubalcaba, es el Gobierno, es Zapatero, ha sido por humanidad, para no crear un mártir, para evitar males mayores, para proteger a la gente, para evitar que los jóvenes batasunos se alteren, …), se han hecho afirmaciones que, lisa y llanamente, no se corresponden con la verdad, especialmente aquellas que hacen referencia a la política penitenciaria del gobierno del PP.

En primer lugar, hay que afirmar rotundamente que todos los beneficios penitenciarios obtenidos por etarras durante el gobierno del PP son consecuencia de la aplicación directa de la ley, sin margen discrecional para optar por alguna alternativa. Incluso la polémica redención obtenida por De Juana por haber escrito un repugnante libro, fue consecuencia de una decisión del juez de vigilancia penitenciaria, en contra del criterio negativo que había marcado Instituciones Penitenciarias, entonces dependiente del Gobierno de Aznar. Y esto fue así porque, hasta en nueve ocasiones, el PSOE rechazó la propuesta del PP de instaurar el cumplimiento íntegro de las penas para los terroristas que no mostraran arrepentimiento y no pidiesen perdón a las víctimas por sus crímenes. Sólo después de que los ciudadanos españoles otorgasen al PP mayoría absoluta en las elecciones de 2000, pudo llevarse a cabo dicho cambio en nuestras normas penales. Yo estuve allí, y voté a favor en el Senado, en representación de los ceutíes. Por otra parte, no es cierto que hubiese agrupamiento de presos; sólo hubo traslados relacionados con procesos judiciales que les afectaban, y algún acercamiento selectivo a prisiones cercanas al País Vasco de presos etarras que habían mostrado arrepentimiento por sus delitos, pedido perdón a las víctimas, y solicitado públicamente el fin de la violencia. ¿Cree alguien que si se hubiesen producido cesiones Miguel Ángel Blanco estaría muerto, o que a Ortega Lara lo hubiese tenido que liberar la Guardia Civil cuando sus torturadores ya habían decidido dejarlo morir de hambre?

La frontera que marca la diferencia entre la actual decisión de conceder la prisión atenuada y toda nuestra historia anterior desde la transición, es que, hasta este momento, nunca un gobierno democrático había cedido al chantaje de los terroristas. Nunca. Y a ese respecto hay que decir, claramente, que, frente al terrorismo, no hay atajos: ni fuera de la ley, ni cediendo a sus pretensiones. Bajo ese principio se firmó entre PP y PSOE el pacto por las libertades y contra el terrorismo, que, muy resumidamente, consistía en combatir al terrorismo con todos los medios (y sólo con ellos) que el estado de derecho pone a nuestra disposición, y en que, fuese quien fuese el partido que en cada momento ostentara la responsabilidad de gobernar, los terroristas debían perder toda esperanza de obtener concesiones políticas mediante el chantaje y el asesinato.

Y era eso lo que pedían los ciudadanos españoles que se concentraron en numerosas ciudades, también en Ceuta, el pasado 9 de marzo, y en Madrid el día 10, además de, como siempre, mostrar su respeto, cariño y consideración a todas las víctimas del terrorismo. Yo estuve allí, y sé lo que vi. Una inmensa muchedumbre portando la bandera de España, el símbolo que representa una gran Nación formada por ciudadanos libres e iguales ante la ley. Estoy completamente convencido de que en esa gran manifestación estaban presentes, bien de manera física, bien espiritualmente, muchas personas que no son afiliados, ni votantes, ni simpatizantes del partido popular, porque lo que allí se defendía va mucho más allá de un mero interés partidista.

En definitiva, ese gentío le estaba recordando al actual Gobierno que la dignidad de nuestro pueblo exige que no se ceda ante el chantaje terrorista, que se vuelva al consenso del pacto por las libertades y contra el terrorismo, y que, en esa cuestión, como en todas las que hacen referencia a las reglas básicas del juego democrático (estatutos de autonomía, poder judicial, tribunal constitucional, etc.) es imprescindible el acuerdo entre las dos principales fuerzas políticas de nuestro país. Lo contrario, lo que está sucediendo ahora, con el Gobierno pactando cuestiones políticas esenciales con formaciones minoritarias, tratando de arrinconar al PP, es dinamitar los consensos de la transición y traicionar el espíritu de concordia de la Constitución de 1978.

Creo, sin temor a equivocarme, que muchos en el partido socialista piensan lo mismo que estoy aquí expresando; pero, desgraciadamente, nos hallamos en una carrera sin frenos, dirigidos por un Presidente del Gobierno que, con paso firme y ademanes de iluminado, nos conduce directamente al precipicio de la ruptura del actual sistema constitucional. Sólo espero y deseo que el pueblo español, consciente de lo que nos jugamos, desaloje a Zapatero del Gobierno en las próximas elecciones generales, y abra de nuevo las puertas al entendimiento.

17 de marzo de 2007
 

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