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OPINIÓN - VIERNES, 30 DE MARZO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Un partido necesario
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Mustafa Mizzian fue tachado, no ha mucho, de haber estado siempre sometido a la derecha. Lo dijo alguien que trataba de ganarlo para su causa. Y, ante la imposibilidad de convencerlo, creyó que esa era la mejor manera de señalarlo con el dedo. Y pinchó en hueso. Puesto que el líder del Partido Demócrata y Social de Ceuta nunca ha negado lo a gusto que se siente a la hora de pactar con el Partido Popular.

Ambos partidos, es decir, el PDSC y el PP, vivieron etapas de relaciones extraordinarias y cuando se coligaron supieron entenderse a las mil maravillas. Y todo porque Mustafa Mizzian y Mohamed Chaib jamás dejaron en la estacada a los dirigentes de esa derecha que recurrían a ellos en cuanto los necesitaban.

Los servicios prestados a esta ciudad por el PDSC han sido grandes y nunca bien reconocidos. Lo cual debería estar siempre presente en la mente de los políticos populares. Pues nada es más saludable para ellos, y sobre todo para la ciudad, que Mizzian y Chaib se sientan con ganas de continuar en la brecha y consigan movilizar a sus votantes. Que fueron muchos en su día.

Lejos quedan ya los momentos difíciles vividos por este partido localista, cuyos dirigentes se tuvieron que comer el marrón de unos hechos desagradables ocurridos en el interior del edificio municipal. Aquel ensañamiento con ellos, por parte de algunos frustrados gilistas, terminó siendo un calvario para una pareja política, tan bien avenida y en todo momento dispuesta a servir a los ciudadanos.

De Mustafa Mizzian he oído contar innumerables anécdotas sobre su habilidad para ayudar a las personas más necesitadas. Incansable en sus gestiones y conocedor de todos los entresijos del hoy llamado, pomposamente, Palacio de la Asamblea, insistía en sus peticiones hasta coronarlas con éxitos.

Eran días en los cuales Mohamed Chaib insuflaba ánimos a su compañero de partido y éste se convertía en un constante animador de quehaceres que redundaban en favor de los desfavorecidos.

Mas el demonio, en forma de denuncias, dio pie a la ruina y todo el tinglado se vino abajo. Se produjo a raíz de que Chaib, falto de vitalidad durante unos meses, tuviera que dejar a Mustafa solo ante el peligro de la desmoralización. Y sucedió lo que se veía venir: la pareja perdió el sitio ideal que con tanto esfuerzo había ganado durante años.

No obstante, y tras pasar los dos por fases de incertidumbres y, por qué no decirlo, de inquietudes por cómo perdieron la primacía electoral en su entorno, han vuelto a surgir con ilusiones suficientes. Las que me permiten pensar que están dispuestos a reverdecer laureles. A ganarse nuevamente la confianza de quienes los votaron en su día y nunca quedaron defraudados por la gran labor que llevaron a cabo entre los que acudían a ellos demandando ayudas. Y que prestaron sin detenerse a cavilar si profesaban tal o cual religión.

De Chaib, se me viene a la memoria su comportamiento cuando ejercía de consejero de Bienestar Social. Era un hombre entregado a su tarea y sentado en un despacho, en horario previsto, del cual ningún visitante salía defraudado de sus respuestas. Prestaba suma atención a cuantos acudían a él y nunca salía de su boca una palabra desalentadora. Consiguió ganarse el afecto de muchas personas e hizo posible que las gentes creyeran en él a pie juntillas.

Pasear con él la calle era, sin duda, tener que detenerse a cada paso y esperar pacientemente. Porque Chaib se sentía incapaz de negarse a ser paño de lágrimas de los pobres. Por todo ello, me alegro de que vuelvan a estar juntos. Ya que ambos se necesitan. Y, desde luego, los necesita la política de Ceuta. Por razones tan evidentes cual interesadas.
 

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