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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 4 DE ABRIL DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

A la sombra del tejo (I)
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

“Taxus bacata”, tal es el nombre científico del tejo común, árbol de mitológica raigambre enraizado en el substrato cultural profundo del totémico sentir asturgalaico. A la copiosa sombra, “de la vida y de la muerte”, de este soberbio ejemplar del reino vegetal me acogí esta tarde para rumiar, en paz conmigo mismo y sentado en una verde pradera, el artículo del pasado lunes día 2 (“Agnósticos y librepensadores, ¡presentes!”) en el que, con vibrante talante, rompía una lanza buscando un hueco bajo el sol para la progenie liberal entre la que, naturalmente y a mucha honra, me encuentro. No me negaré a mi mismo cierto sentido de la trascendencia, puesto que aunque no creo en Dios suelo gozar de un buen trato con la Divina Providencia (y el que quiera entender que entienda). Más aun: no tengo empacho en reconocer que mi pierna derecha tiene cierta vena mística pero la izquierda es una golfa perdida y así andamos, de mata en mata y a saltos por la vida.

Decía el maestro Ortega que “la palabra es un sacramento de muy delicada administración” pues, como la comida, a unos puede gustarle el sabor mientras otros echan arcadas. No han sido pocas las críticas que me han llovido encima (además de la inclemente granizada de ayer a media tarde que me pilló triscando por el monte) procedentes de las tres grandes ramas del tronco abrahámico así como de las grandes religiones institucionalizadas, cuando yo solo pretendía con mi pobre vocabulario una llamada de atención, no sobre el sentimiento religioso (que siempre he respetado profundamente) sino sobre la interesada manipulación del mismo por parte de los poderes con mando en plaza y que, tradicionalmente, han demostrado muy poca vergüenza histórica.

Cierto es y me afirmo: no creo que ninguno de los libros sagrados sean ningún mensaje, ni directo ni inspirado, de Dios. Por tanto, la deducción evidente es que no creo en los llamados profetas. ¿Y?. Estoy en mi legítimo derecho a pensar así.

La historiografía imperante (expresada en un clima que garantice las libertades) apunta hoy día a cuestionar la existencia del Moisés bíblico y una exégesis clara es concluyente: Moisés no pudo ser el autor del Pentateuco. ¿Y?. ¿Acaso los hebreos fugados de Egipto no pudieran ser los antiguos seguidores del fundador del monoteísmo solar, Akhenatón?. En cuanto a Jesús, no es ni por asomo el fundador de la “piedra” sobre la que se asienta el Vaticano, eso es pura milonga para mentes crédulas o interesadas. ¿Y?. En cuanto a la milenaria institución, “Con la Iglesia hemos topado amigo Sancho, dijo Don Quijote”. Baste pues por ahora.

En lo referente al Islam y al profeta Mohamed (castellanizado Mahoma), revisaré pudorosamente mis notas para el jueves.
 

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