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OPINIÓN - JUEVES, 12 DE ABRIL DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

En una mezquita
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Casablanca se vistió ayer de luto. El terrorismo de matriz islamista volvió a intentar golpear, no dudando en atentar contra musulmanes de a pie. La policía marroquí también sufrió bajas. ¿Qué impulsa a esta gente a inmolarse masacrando sin sentido?. ¿La pobreza?. La miseria puede ser, en este caso, un factor añadido pero la base del desencadenante son unos versos sagrados (“suras” para ser exactos) sacados de su contexto y aviesamente interpretados. Por otro lado, la situación actual del mundo islámico guarda ciertas semejanzas con la Europa de hace unos quinientos años, cuando esa pequeña península del continente asiático se veía envuelta en atroces guerras interreligiosas entre las diferentes corrientes en las que se había dividido el cristianismo romano. Aunque bajo otros parámetros, la “fitna” (división) de hoy en la comunidad musulmana es más “militante” que “religiosa”, constituyendo la asunción o el rechazo al “islamismo yihadista” (más que otras cuestiones formales, teológicas o jurídicas) la línea roja de separación entre dos diferentes sensibilidades en el seno de la misma religión.

En el punto de mira del terrorismo islamista no está solo Occidente, sino también países amigos como el vecino Reino de Marruecos y, sobre todo, esa inmensa mayoría de musulmanes que, conservando sus raíces y tradiciones, está apostando fuertemente por su inserción en una sociedad libre y democrática. Los ya más de un millón de musulmanes presentes en España (en Ceuta la mitad de la población) están sujetos, me consta, a importantes presiones de diferente signo. El extremismo islamista no puede ver con buenos ojos el acomodo y evolución de la misma, su integración en definitiva, que es entendida como fuente cuando menos de tibieza sino de traición.

Muchos nos hemos preguntado cuándo y dónde atentará un día el terrorismo islamista en Ceuta. Objetivos sobran, pero soy de los que me inclino por una acción interna. Bajo este prisma el lugar más adecuado es una mezquita o espacios anexos. ¿Contrasentido?. Solo en apariencia. El “mensaje” terrorista quedaría así meridianamente claro. No es España solo tierra de “yihad” (en su interpretación de “guerra” y no de “esfuerzo”). Al fin y al cabo aquí estuvo Al Andalus y, para ciertas corrientes islamistas, una tierra que fue musulmana debe más tarde o más temprano volver a serlo y, bajo este prisma, la inmigración musulmana es interpretada como la primera oleada de una nueva islamización, a la que habría que añadir el activo celo de la conversión. Ceuta, en esta dinámica, está representando el doble papel de avanzadilla y “Caballo de Troya”.

Si Juan Pablo II hablaba de “recristianizar” Europa, los islamistas activan todos sus medios para llevar la “daw´a” al seno de las comunidades de inmigrantes “reislamizándolos”, intentando preservar cuando no potenciar sus prácticas religiosas. Nada extraño pues “Islam” significa, más que “paz”, “sometimiento”… Y si no basta con la palabra para meter en cintura y someter a los tibios o díscolos, los extremistas no dudarán –créanme- en recurrir a las bombas y el terror para lograr su control.
 

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