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OPINIÓN - VIERNES, 13 DE ABRIL DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Sin pudor
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Eduardo Hernández, allá en sus días de contertulio capaz de reunir lo más granado de Ceuta a su alrededor, en El rincón del Hotel La Muralla, tuvo a bien hablar de Juan Vivas: “Ese muchacho, tal y como actúa, día llegará en el cual ocupe una posición destacada en esta ciudad”.

Tras la sentencia de quien gustaba jugar a predecir el futuro, a mí, recién llegado a la ciudad, se me despertó cierto interés por conocer a la persona de la que tanto y tan bien hablaban los políticos de aquella época. Más de una vez he dicho que a Ricardo Muñoz, siendo alcalde, no se le caía de la boca el nombre de JV.

Lejos estaba yo de pensar, entonces, que, además de conocer al tan alabado funcionario, iba a tener con él relaciones profesionales. Unas relaciones de años, en cuestiones deportivas, cuyos resultados fueron siempre nefastos para mí. Lo cual me hizo decirle a Eduardo Hernández: Juan Vivas llegará a ser un personaje destacados de esta ciudad, sin duda; pero a mí me conviene, cuanto antes, perderlo de vista. De lo contrario, voy a terminar desnortado.

Aquellos problemas, entre el Vivas funcionario y yo, pudo generar un odio brutal entre nosotros; una aversión enquistada entre ambos; una inquina de las que suelen darse cuando una de las partes se siente avasallada y sometida a un trato inmerecido. Y la otra cree, a pie juntillas, que ha defendido a la empresa representada por cualquier medio a su alcance.

Pues bien, nada de ello ocurrió. Es decir, el sentimiento profundo de repulsión que debía haber aflorado entre partes no llegó a producirse. Aunque mentiría si no dijera que nuestras relaciones se rompieron durante años. De no haber sido así, es porque seguramente yo tendría madera de santo. Y no era, ni es, mi caso.

A partir de esos desencuentros, yo comencé a escribir en los periódicos y él se iba preparando para, llegado su momento, convertirse en lo que es actualmente: el político más valorado de esta ciudad. Y uno de los más considerados y apreciados, en la calle de Génova.

Con lo reseñado -que no es todo, sino un pasar por encima de unas relaciones que bien pudieron causarme un daño mayor, de no disfrutar yo de una forma de ser capaz de afrontar estoicamente los momentos indeseados-, cualquier otro estaría arremetiendo, un día tras otro, contra el candidato a la presidencia del Partido Popular, en Ceuta. Puesto que me sobran razones morales y recuerdo pérdidas materiales, más que suficientes para impedirme el tener la menor predisposición favorable hacia Juan Vivas.

Alguien podría alegar que el medio donde me permiten escribir, no vería con buenos ojos que en este espacio yo le zurrara la badana a Juan Vivas, cada dos por tres. Cierto. Pero tampoco es mentira que a mí nadie me puede obligar a que le haga el artículo.

Por lo tanto, mi situación me permite defender la candidatura de JV: porque mi adhesión no es sospechosa. De ningún modo. Mucho menos, cuando he dado ya muestras evidentes de que nada tengo que agradecer ni a populares ni a socialistas. Y, desde luego, confieso que hay personajes en el Partido Popular que no cuentan con mis simpatías. Por razones varias. Y porque quienes tenemos más pasado que futuro sabemos muchas cosas. Que conviene callar... aunque nunca olvidar.

Escribir del poder está bien visto cuando quien lo hace procura brearlo, y resulta sospechoso si a los gobernantes se le reconocen los méritos. En el caso de Juan Vivas, yo seguiré defendiendo su candidatura por pragmatismo. Por ser lo mejor para esta ciudad. Sin embargo, sigo pensando que los candidatos que le acompañan han sido elegidos para mejor honra y gloria de quien los maneja. Y a otra cosa, mariposa.
 

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