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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 18 DE ABRIL DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Pobre Madrid
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

He dejado pasar unos días para escribir sobre lo que hizo un árbitro con el Madrid en Santander. Opinar antes, tras lo visto en El Sardinero, habría permitido que la ira me mostrara con los papeles perdidos. Y hubiera sido absurdo, a estas alturas de mi vida, haberme dejado llevar por ese sentimiento de violencia que suele surgir cuando la injusticia luce en todo su esplendor. Y, mucho menos, por un partido de fútbol.

Turienzo Álvarez es un árbitro nacido en Baracaldo y residente en León. A cuyo colegio pertenece. De él se dice que respira barcelonismo por todos los poros de su cuerpo. Y que el hombre sueña con ir a la Fuente de Canaletas para celebrar un año más el título con su equipo del alma. El forofismo de Turienzo Álvarez es harto conocido en todos los estamentos del fútbol. Como también es de dominio público que Sánchez Arminio siente una aversión enfermiza hacia el Real Madrid.

De manera que si juntamos el forofismo del árbitro con el odio de su jefe, el cántabro Sánchez Arminio, y a ambos con el sometimiento de Ángel María Villar a Laporta, por ayudarle a ser reelegido presidente, ya hay tres individuos dispuestos a cometer desatinos contra los madridistas.

Pero hay más: Ramón Calderón es pieza codiciada por los buscadores de recompensas. Ni siquiera le vale ser más culto que Florentino Pérez ni tener planta de senador nacido en Boston. Y mira que siempre se ha dicho que ambas cosas son fundamentales para vestir un cargo con más importancia que ser ministro.

Y si ir contra el presidente ha sido una máxima desde los primeros momentos, por parte de quienes con más poder y dinero que él desean defenestrarlo, qué decir de la saña con que una mayoría de periodistas se está empleando con Fabio Capello. A quien, al margen de sus fallos tácticos, lo están breando en todos los sentidos.

Fabio Capello ha cometido errores que no le van a perdonar nunca. Ni aun ganando la Liga. De hecho los hay largando por la radio y escribiendo en los papeles y en internet, que prefieren un descalabro a ver al Madrid Campeón. Y hasta se jactan de decir que todo antes de que el italiano consiga salirse con la suya. Los errores de Capello no se perdonan actualmente en España. El primero, y del cual apenas se acuerda ya nadie, excepto los interesados, es haber hablado de Franco sin insultos. El segundo fue decir, una y otra vez, que Iker Casilla es un portero normal y nunca ese héroe que tratan de convertir en mito. A partir de ahí no le han dado ni un solo momento de respiro. Lo tratan como a un apestado. Una situación insostenible incluso para un entrenador tan experto y acostumbrado a vivir trances difíciles en la alta competición.

En medio de tal ambiente de factores negativos, propiciados desde todos los ángulos, parecía imposible que el equipo pudiera, si ganaba en El Sardinero, situarse por delante del Barsa y de un Sevilla consagrado ya como un grande de Europa. Fue entonces cuando los enemigos del Madrid tocaron a rebato para frenar de raíz lo que tenía todas las trazas de ser un milagro que empezaba a llenar de ilusiones a quienes pertenecemos a la cofradía merengona. Mas en nuestros cálculos no entraba, que Turienzo Álvarez, aun con su pésimo historial, hiciera lo que hizo en veinte minutos diabólicos al servicio de los malignos.

Y , por si no hubiera bastante con tantas adversidades, ahora sale Alfredo Di Stéfano con una observación chocante, falta de ingenio y molesta a todas luces: “El Santander jugó mejor y no hay que achacarle nada al árbitro”. Como verán ustedes, hasta el más grande parece empeñado en cebarse con los suyos. Es lo que le faltaba al pobre Madrid.
 

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