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OPINIÓN - DOMINGO, 29 DE ABRIL DE 2007

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
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La Cámara Oficial de Comercio, Industrias y Navegación cumple cien años de existencia y, con motivo de ello, han sido programados una serie de actos que, precisamente, se iniciaron el pasado día 23 con una conferencia a cargo de Francisco Olivencia Ruíz, bajo el título de “Un siglo y tres generaciones”.

Escribir sobre la Cámara de Comercio o sobre Paco Olivencia, tanto monta tanto me va llevar, por vez primera en mi vida, quizás a no ser todo lo objetivo que quisiera por el gran afecto que le tengo al organismo y a mi gran amigo Paco. Un organismo donde tuve el honor de prestar mis servicios durante treinta y cuatro años, teniendo hasta el año 2000 a mi amigo Paco, como secretario general de la misma. Y es que, resulta ser cierto, que cuando manda el corazón la razón no te hace caso. Y en esta ocasión, al ponerme ante el ordenador, a tratar de hilvanar unas pocas de letras sobre el asunto, el corazón me ha dejado a un lado toda la razón.

La Cámara de Comercio, que hoy preside Luis Moreno Naranjo, ha formado durante más de tres décadas parte inseparable de mi vida. No puedo olvidar, al acordarme de aquellos magníficos años a mis compañeros de fatiga, en aquellos momentos, Pedro José de Paúl y Manolo Alvarez, a los que profeso un enorme cariño. Y les decía que me siento orgulloso, porque aquella entrega de todos los funcionarios, en pro de la Cámara, lo he comprobado, se sigue manteniendo hoy día con los funcionarios actuales, anteponiendo los beneficios a la Cámara a sus propios intereses. Ese atender con educación exquisita, a todos cuantos llegan a solicitar cualquier servicio de la Cámara e incluso tratándoles de prestar ayuda en cuestiones ajenas a la entidad se sigue manteniendo por los actuales funcionarios. Y es que, la Cámara de Comercio, no es un trabajo, es un sentimiento. ¿O no, Paco?. Nadie, a estas alturas de mi vida, desconoce la gran amistad que me une con la familia Olivencia, escrita en esta sección en varias ocasiones. Una amistad de la que me siento orgulloso y honrado de poder tenerla y saber que el afecto es mutuo. Hablar, por tanto, de Paco se me hace muy cuesta arriba al no encontrar, ni las palabras ni los adjetivos suficientes para calificarlo porque la amistad al ser un sentimiento, todos los reflejos afectivos se muestra con el corazón y no con palabras más o menos bien escritas. Puesto que los sentimientos carecen de los vocablos apropiados para poder describirlos en toda su esencia.

Paco, mi gran amigo, es un cuerpo de hombre que encierra un alma de niño incapaz de hacer mal nadie. Han sido tantas y tantas las vivencias junto a él durante más de dos décadas que serían imposibles poder resumirlas en este corto espacio. Desde nuestras idas, en el viejo Fiat al Murube, hasta ese camino recorrido junto a Paúl y Manolo Alvarez en nuestra entrañable Cámara de Comercio donde el compañerismo convertido en amistad, por todos nosotros, siempre dio paso a cualquier otra cosa a pesar de que, Manolo Alvarez era del Barcelona.

Paco, amigo del alma, recordaste como no podía ser de otra forma a tres generaciones que tanto influyeron en la vida de esta tierra nuestra que te duele el lama de tanto quererla. Un abrazo, amigo.
 

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