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OPINIÓN - DOMINGO, 29 DE ABRIL DE 2007

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

Reconquista e Islam

Por J. M. Rdguez. Pardo ‘Nódulo’ Madrid


Los V Encuentros de Nódulo Madrid, que se celebraron el pasado lunes 16 de abril bajo el título ‘Reconquista e Islam’, se iniciaron con la conferencia de Emilio González Ferrín titulada ‘El origen del Islam’, en la que defendió que el año 711 no se produjo una invasión islámica en España, porque entonces no había ni siquiera interpretación canónica del Corán, que data del siglo IX.

Ferrín citó a Ignacio Olagüe y su libro ‘La revolución islámica de Occidente’, publicado en 1974, que inspira parcialmente sus tesis: en el 711 Hispania sufre una revolución entre partidarios de Rodrigo, trinitarios, y de Witiza, de carácter arriano, que niegan la divinidad de Cristo y por lo tanto la Trinidad. A su vez se produce una migración desde África de personas que compartían similares credos arrianos.

Al Ándalus se estabiliza como emirato hacia el año 850 y a partir del siglo X producirá el primer renacimiento europeo con el Califato de Córdoba, ya musulmán. Su esplendor se mantendrá en los Reinos de Taifas, similares a lo que serán las ciudades estado del Renacimiento italiano de los siglos XV y XVI. Sólo con las invasiones almohades y almorávides de los siglos XI y XII se impondría un islamismo dogmático que acabaría con el esplendor cultural de Al Ándalus.

Al Andalus, la “Tercera España”


Respecto a la actualidad de Al Ándalus, Ferrín criticó a los políticos que pretenden abanderarlo como algo propiamente andaluz. Para González Ferrín, Al Ándalus es algo español, una Tercera España que añadir a las dos del tópico de Antonio Machado. También renegó de los radicales islámicos que lo reivindican como parte del actual Islam. Asimismo, distinguió entre coranismo e islamismo, situándose en el primer bloque. Y finalmente consideró el radicalismo islámico opuesto a la tradición coránica y producto de un choque generacional de gentes que no habían sido capaces de asimilar los cambios producidos con los regímenes laicos del mundo árabe (Nasser, Sadam Husein, etcétera).

A continuación se produjo una mesa redonda sobre la ‘Historia General de Al-Ándalus’ en la que participaron José Manuel Rodríguez Pardo y el propio Emilio González Ferrín.

Intervino en primer lugar Rodríguez Pardo cuestionando las tesis fundamentales de Ferrín, pues suponer, al igual que un notario, que el Islam no empieza hasta el siglo IX, o que la Reconquista se “inventa” en el siglo XII con Alfonso VII es segregar los procesos de constitución de las estructuras actuales.

En primer lugar, Pardo negó que hubiera una Reconquista en la Edad Media. Los reyes localizados en torno a Oviedo, León o Toledo son ‘Emperadores de toda España’, denominación iniciada con Alfonso II en el siglo IX y que llega hasta Alfonso VII, Imperator totius Hispaniae, en el siglo XII, en un proyecto imperial continuador del Imperio Romano cuya verdadera plenitud se produce en 1492, al sobrepasar los límites peninsulares y llegar a América.

Respecto a Al Ándalus, al igual que sucede con España, hay que considerar el Islam como un proceso que se inicia en el 622 con la héjira de Mahoma, discípulo de los herejes nestorianos que sostienen que la naturaleza divina de Cristo es adoptada. Al contrario que el cristianismo, que considera que Dios se hizo Cristo, el Islam desdeña el cuerpo como base de la racionalidad.

Lo considera, siguiendo el neoplatonismo, una degradación de la máxima racionalidad que es Dios (Alá). Si para un cristiano la racionalidad está ligada al cuerpo y necesita de una Iglesia que interprete y establezca la doctrina, en el Islam el desprecio del cuerpo produce fenómenos como el de los terroristas suicidas, cuyo comportamiento es el propio de instrumentos guiados por Alá y no de personas responsables y libres.

Religión y política en el Islam


La interpretación del Corán, al carecer de iglesia, está a cargo del califa, líder político y religioso —papel que asumieron también Nasser y Husein, pese a su supuesto laicismo—, quien como sucesor de Mahoma debe expandir el Islam por medio de la guerra santa (yihad), como sucedió en el 711 a cargo de un grupo de islamitas que aprovecharon la situación convulsa del reino visigodo.

La unidad de religión y política hace que el Islam no desarrolle la ciencia y siga en la Edad Media. Asimismo, el descubrimiento de América y la mejora de las condiciones de navegación fueron restringiendo la importancia del califato turco, mera anécdota a finales del siglo XIX y derribado en 1924. No obstante, en 1929 la Hermandad Musulmana se funda para recuperar el califato, defendiendo que la única verdad es el Corán y que la religión y la política son inseparables. Paralelamente, el descubrimiento del petróleo en Oriente Medio pone en manos del Islam la economía mundial y da alas a los radicales islámicos como Bin Laden, quien reivindicó Al Ándalus en el 2001 para demostrar la actualidad de la amenaza islamista.

En el coloquio, González Ferrín cuestionó que la Filosofía —por ejemplo, el neoplatonismo de los filósofos islámicos— influya en la conducta normal de la gente, considerándola algo académico y muy erudito. Asimismo, señaló que tanto los proyectos imperiales de la Edad Media de Alfonso II o Carlomagno como la recuperación actual de Al Ándalus constituían lo que él denominó como un «implante de memoria colectiva», falso por completo. Al mismo tiempo, definió la religión como una cuestión privada y personal de cada uno.

Rodríguez Pardo replicó que todos somos filósofos, por lo que estamos constantemente interpretando, y que las ideas filosóficas están inmersas en nuestra realidad. Una persona que maltrata a los animales está ejerciendo la filosofía cartesiana del automatismo de las bestias.

Respecto a los presuntos «implantes de memoria colectiva», los proyectos imperiales criticados por Ferrín son sin duda falsos en su origen, pero luego algunos se realizan y tienen continuidad —caso del de Alfonso II, que llevó a la constitución de España— y otros quedan varados y fracasan —Europa siguió dividida en feudos y después en estados, pese a los intentos de Carlomagno y sus sucesores—.

¿Posible o imposible?


Asimismo, Rodríguez Pardo resaltó el carácter social del culto en las religiones terciarias, lejos del carácter privado que les atribuía Ferrín. El catolicismo y el islamismo imponen toda una serie de normas que cohesionan socialmente a los individuos y orientan cada aspecto de su vida, desde el nacimiento al fallecimiento, pasando por el matrimonio, de finalidades muy distintas entre los musulmanes y los cristianos.

Después el debate derivó hacia cuestiones más actuales, como la aceptación de la democracia en el mundo islámico, algo posible para Ferrín e imposible para Rodríguez Pardo, pues son unas personas iluminadas por Alá o por un imam —como los chiitas— quienes dirigen los destinos de la sociedad, en lugar de ser personas elegidas independientemente de su origen o extracción social. El punto principal de divergencia residía en la posición teísta de Ferrín, para quien las tres religiones terciarias son iguales en tanto que se basan en un libro considerado como palabra revelada y con referencias a los mismos personajes —Jesús, la Virgen María, etcétera.—. Esta posición niega cualquier proceso histórico de desarrollo y conflicto de estas religiones, tesis que a grandes rasgos sostenía Rodríguez Pardo.
 

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