Cuando uno nació, por cierto
después de la guerra, esa guerra que nunca debió producirse
entre españoles, las cosas eran diferentes a las de ahora,
donde le mundo sigue su avance imparable hacia la
modernidad. Sin embargo hay cosas que nunca desaparecen del
todo y vuelven a resurgir a pesar del paso del tiempo y del
avance del mundo, como si el tiempo no hubiese pasado y se
hubiese quedado estático en su propio tiempo.
Recuerdo que, cuando era niño y empezaba a comprender las
cosas, al oír hablar de los comunistas se nos presentaban
como personas, más o menos, con cuernos, rabo y capaces de
comerse, para desayunar, a un par de niños crudos. De tanto
escuchar esta descripción de los comunistas, en nuestras
mentes infantiles, se nos quedaban grabados como auténticos
seres malignos de los que había que huir.
Tan metidos teníamos en nuestros cerebros, aquella
descripción de los comunistas, que cuando nos enteramos de
que venían a jugar un partido de fútbol contra la selección
española, toda nuestra atención se centraba, en verlos
saltar al campo, y poder comprobar in situ, esos cuernos y
esos rabos que decían poseer.
Y fue entonces, cuando pudimos comprobar, que nada de lo que
nos habían dicho, sobre sus personas, era realidad. Eran
personas iguales que nosotros y que, además, jugaban al
fútbol como cualquier hijo de vecino y tenían un pedazo de
portero, al que apodaban la “Araña negra”. Al final una vez
comprobado, el cuento aquel de los cuernos, los rabos y
comerse a los niños crudos, les ganamos por dos a uno,
gracias a un gol de cabeza de Marcelino. La victoria de
nuestra selección y el quitarnos la venda de los ojos de
todo cuantos nos habían contado, fue lo mejor del encuentro.
Aquella táctica de desprestigiar a los enemigos de España,
de aquella época, que duda cabe que dio, durante años sus
resultados. Y cuando teníamos el convencimiento de que esa
táctica, por antigua y trasnochada no volvería a darse se
vuelve, de nuevo a usar para desprestigiar de esa forma
burda a la derecha, llamándola derechona y, poco menos,
asegurar que si llegan al poder, a igual que les pasó a los
niños de mi época con los comunistas, se van a comer, para
desayunar, par de niños crudos. No se dan cuenta, quienes
así proceden que los niños, de hoy, no juegan a las bolas ni
al aro, sino a la Play Statión número tres y, por su fuese
poco, manejan de forma magnifica los ordenadores y los
teléfonos móviles. Estos niños, de hoy, tienen mucha
diferencia con los de mi época, donde se nos asustaba
incluso con el “sacamanteca” o el ”tío del saco”.
Pero la táctica para desprestigiar a la derecha, de esa
forma burda y trasnochada, no se está haciendo sólo en
España sino que, del mismo modo, empleando la misma táctica
que, por supuesto, ya no se cree nadie, se ha llevado a cabo
en Francia, donde la candidata Ségèlone ha tratado de
demonizar a la derecha aunque, hay que descubrirse ante su
elegancia al aceptar la derrota. El problema, para ella, se
presenta si su partido decide quitarla como líder del mismo.
Ahora, en estos momentos, nadie tiene cuernos, ni rabo, ni
se comen, para desayunar, para de niños crudos.
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