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OPINIÓN - VIERNES, 18 DE MAYO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Andrés Palop
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cuando España está convertida en un vodevil electoral, donde mitinean tontilocos y vivos, a partes iguales, entre otros candidatos que mueven a la risa, junto a unos pocos que tienen algo que decir y lo dicen bien, Sevilla y Español -durante más de dos horas- nos hicieron olvidar esa comedia representada por malos políticos, salvo excepciones.

Los escoceses tienen mucha suerte cuando ponen el escenario para que se dispute una final de Copa. Sea ésta de Liga de Campeones o de la UEFA. Jugar en terreno escocés es sinónimo de espectáculo. Sólo con echar la vista atrás es fácil encontrar partidos que dejaron huella en Glasgow. Y actuaciones individuales que siempre tendrán un sitio especial en la alacena de la memoria.

¿Quién se ha olvidado del gol de Zinedine Zidane a Jens Lehman cuando éste jugaba en el Bayer Leverkusen? Por no adentrarnos aún más en el túnel del tiempo con el fin de recordar otras gestas. Pues bien, a esa maravilla ya se ha sumado con toda justicia la extraordinaria actuación de Palop en Hampden Park.

La vida es circunstancia, según el filósofo. “Cada cual existe náufrago en su circunstancia. En ella tiene, quiera o no, que bracear para sostenerse a flote”.

Es lo que ha venido haciendo Andrés Palop para conseguir lo que quería: ser cancerbero de leyenda. Y a fe que el valenciano no lo ha tenido fácil. Pues si miramos su trayectoria, encontraremos etapas donde parecía estar ya abocado a dejarse llevar por la corriente de las desdichas y del infortunio. Con lo cual se hubiese sumado a la lista de personajes insatisfechos por no haber sido capaz de hacerle un monumento a la voluntad. Ya lo decía Cela: en España gana quien resiste.

Bendita sea, pues, la resistencia de este triunfador. Ya que estamos necesitados, en un mundo donde apenas se premian los esfuerzos, el interés y los méritos, de ejemplos como el de Palop para que los jóvenes crean en figuras de verdad. En tipos capaces de conseguir grandes logros por medio del trabajo infatigable y, sobre todo, de mostrarse siempre inaccesibles al desaliento.

En Hampden Park, y en un césped que presentaba dificultades para los guardametas, el del Sevilla volvió a demostrar que se ha ganado el derecho a ser tenido como uno de los más grandes del fútbol español. Su saque con la mano poniendo el balón por delante de Adriano, para que éste pudiera presentarse ante Gorka Iraizor -¡qué bien estuvo!- y batirlo, debe servir para que se enseñe en las escuelas de fútbol.

En Hampden Park, el portero del Sevilla actuó como lo viene haciendo desde hace ya mucho tiempo: de manera magistral. Aunque es bien cierto que el parar tres penaltis influye decisivamente para que la gente se admire mucho más por lo realizado.

A mí, sin embargo, ya me había cautivado con sus intervenciones. ¡Menuda fue la que hizo a tiro de Riera! Y, desde luego, qué decir de su seguridad en los balones por alto. O de cómo arenga a sus compañeros y consigue situarlos a cada paso. Tácticamente es muy bueno. Y manda desde su posición, porque sabe de fútbol. Y ello se percibe en cuanto uno lo observa detenidamente.

En la tribuna de Hampden Park estaba Luis Aragonés. Un seleccionador que sabe, o al menos decía saberlo, que un gran portero surge para ayudar a los compañeros cuando éstos lo necesitan. Un especialista que se agiganta en los momentos cruciales. Me imagino, por tanto, que habrá tomado nota de lo hecho por Reina, no ha mucho. Y, por supuesto, de lo que es Palop. Sevilla y Español jugaron un gran partido. Ganó el que tuvo más suerte. Y contó con un guardameta que ya ha entrado en la historia deportiva de Glasgow.
 

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