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OPINIÓN - SÁBADO, 19 DE MAYO DE 2007

 
OPINIÓN / EDITORIAL

El debate y la libertad de los partidos


Aunque en un ámbito territorialmente tan limitado su influencia es más limitada, la televisión es un instrumento decisivo para que los partidos hagan llegar a los ciudadanos sus propuestas electorales con el fin de que estos puedan votar con las mayores cotas de juicio razonado. Junto a los programas informativos y los espacios de publicidad, los debates se han convertido en el tercer elemento de divulgación política en periodos electorales. En la historia de España sólo se han celebrado debates cara a cara entre candidatos a la Presidencia del Gobierno en las elecciones de 1993, cuando las encuestas apuntaban un empate técnico entre las candidaturas en liza. La realización de un debate y las características que debería tener antes de la cita con las urnas del próximo 27 de mayo en Ceuta ha atizado durante los últimos días una de las polémicas más acaloradas de la primera semana de campaña en la ciudad autónoma. El PP anunció hace semanas a través de su presidente regional y número 2 en la candidatura, Pedro Gordillo, en una entrevista concedida a este periódico que su partido haría una campaña “en positivo” y que rechazaría las invitaciones para confrontar directamente su programa con el de las demás formaciones políticas. Está en su derecho.

Por su parte, los otros cinco partidos en liza por el voto de los ciudadanos han denunciado esta posición como una vulneración de los derechos democráticos de los ceutíes y han reiterado su deseo de realizar un debate abierto con todos los interlocutores que quieran participar en él. Vivas ha rechazado ese esquema y sólo se ha ofrecido a un ‘cara a cara’, opción que no ha sido de su agrado. También están en su derecho, como si deciden impulsar un debate entre ellos, al margen del Partido Popular. Es, en último término, un elemento estratégico.

Mientras los debates electorales no sean obligatorios, un asunto de actualidad campaña tras campaña, cada partido tiene todo el derecho a trasladar su mensaje de la manera que le parezca más eficiente y útil para la ciudadanía. Negarse a entrar en una confrontación directa y multilateral no debe servir, por tanto, para el ataque gratuito.
 

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