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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 23 DE MAYO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Mujeres fastidiadoras
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Paul Valéry decía: “Hay tres clases de mujeres: las fastidiosas, las fastidiantes y las fastidiadoras”. El escritor francés era tenido por un desagradable misógino. Lo cual no es óbice para que muchos hombres sigan estando de acuerdo con él. Tampoco carece de opiniones favorables entre muchas mujeres.

En este caso, me voy a limitar a describir más o menos cómo son las mujeres fastidiadoras. Generalmente son bellas, inteligentes, ambiciosas, femeninas, liberadas sexualmente y consiguen bien pronto ganarse a los hombres para lo que ellas quieran mandar. Los suelen someter al dictado de sus caprichos e intereses.

Sí, ya sé que ustedes estarán pensando en Montserrat Corulla. La que tenida por testaferro de José Antonio Roca, en Madrid, ha pasado por la cárcel y ha saltado a la fama por una pregunta que le hizo Miguel Sebastián a Alberto Ruiz -Gallardón, durante un debate en Televisión Española.

Abogada conocida en los ambientes madrileños donde suelen cuajar los negocios inmobiliarios, parece ser que gustaba de alardear de su amistad con el alcalde de la villa. Que si Alberto me ha dicho, que si Alberto me ha contado, que si Alberto me ha prometido... Y quienes iban a su vera se miraban entre confundidos y alarmados por las confesiones de una chica que presumía de hacer comer a Ruiz-Gallardón en su mano. Y empezaron a pensar que la fémina podría muy bien estar fastidiando al alcalde. Comprometiéndole de verdad.

El alcalde de Madrid goza de fama de tener gran formación jurídica y humanista, pero también dicen que es capaz de caerse de boca ante las llamadas mujeres fastidiadoras. Lo cual, de ser cierto, es prueba de buen gusto. Aunque, debido a su cargo, se cernirá siempre sobre él la sospecha de lograrlo por medio de contraprestaciones pertenecientes al erario público.

Miguel Sebastián, candidato socialista a la alcaldía de Madrid, preguntó en corto y por derecho a su rival si había tenido alguna relación con alguna imputada en el caso Malaya. Y lo hizo mostrando una revista que lucía en portada la figura de la mujer fastidiadora. Y le cayó encima el diluvio universal de los puritanos. La condena unánime de quienes estaban deseando tacharlo de huelebragueta. Y a partir de entonces ha venido padeciendo los ataques más encarnizados que dar se puedan.

Y el caso es que hasta ahora el alcalde de Madrid sólo ha podido decir que nunca ha tenido relaciones profesionales con esa mujer. Que era la contestación que debió dar en su momento. Ya que a nadie le interesaba su vida íntima y, mucho menos, si su amistad con MC le había conducido hasta el tálamo de ella. Ahora bien, cual persona inteligente que es, usó la respuesta adecuada para generar un ambiente desfavorable contra su adversario. Y a fe que ha conseguido el clásico efecto bumerán.

No obstante, todos sabemos que si Montserrat Corulla fue seleccionada por la mafia del ladrillo marbellí, para que hiciera su trabajo en Madrid, lo sería por estar dotada de todos los requisitos indispensables para hacerle perder la chaveta a quien incluso tiene la cabeza bien repleta de inteligencia. Que los hombres, aunque sean lumbreras, suelen perderse por la bragueta. Esperemos, pues, que no sea el caso del alcalde matritense. A quien consideramos un político con cualidades más que sobradas para convertirse, más pronto que tarde, en inquilino de la Moncloa.

Pero ello no quita para que haga mía la pregunta que se hace Juan José Millás:

-¿Se imaginan ustedes que Esperanza Aguirre se bebiera los vientos por un tipo de la catadura moral de Al Capone?...

Pues eso...: a Ruiz-Gallardón le hacía falta ese primer aviso de Miguel Sebastián.
 

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