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OPINIÓN - VIERNES, 25 DE MAYO DE 2007

 

OPINIÓN / PERSONAL Y TRANSFERIBLE

Jornada de Reflexión
 


Domingo Ramos
domingoramos@elpueblodeceuta.com

 

Se ha llamado “jornada de reflexión” al día inmediatamente anterior a la celebración del elecciones (una vez concluidos los quince de campaña) en cuyo espacio de tiempo queda prohibida, según establece la Ley Electoral, la realización de propaganda, petición de votos o cualquier conjunto de actividades lícitas en orden a la exposición de intenciones por los candidatos o partidos que participan en dicho proceso electoral.

Hay quienes entienden que, en vez de una jornada de 24 horas, a los políticos habrían que imponerles un período de tiempo de reflexión, equivalente o igual al del mandato electoral (cuatro años), en cuyo transcurso muchos de estos mandatarios deberían dedicar su tiempo y entendimiento a la misión que les haya sido encomendada y no a otras como se ha visto en los casos de malversación, tráfico de influencias, prevaricación y otros delitos menores de Marbella, Tres Cantos o Ibiza por citar algunos de los mas sonados que vienen, por una parte, a desprestigiar al escaso, por suerte, colectivo de políticos a los que únicamente les guía el interés personal y, por otra, produce el rechazo de quienes con la mejor voluntad y deseos de participar en las elecciones lo hacen para designar a una persona y un equipo que rija con diligencia y honradez los destinos de su ciudad, autonomía o estado, según el caso, y no para que se lleven a cabo los desmanes citados, creándose con estas nada edificantes actuaciones una agrupación de desilusionados que conforman el colectivo de abstencionistas o, mas vulgarmente llamados, “pasotas” convertidos en verdaderos ácratas partidarios de la supresión de toda autoridad o indiferentes a la hora de participar en un proceso que no les va y para quienes “todos los políticos son iguales” no mereciendo ninguno de ellos el voto a fin de confiarles una aceptable gestión de los asuntos públicos del ente político de que se trate.

Se hace muy vistoso por parte de los políticos presentar programas llenos de propuestas en lo que se refiere a construcción de viviendas, mejora de la sanidad pública, de la enseñanza, creación de puestos de trabajo, aumento o concesión de pensiones, mayores prestaciones económicas por desempleo, bajada del precio de los billetes de barco, en una palabra: incremento del desarrollo económico de la Ciudad. Pero tendrían que saber estos políticos, para que no haya después desencantos, que cuanto se dice hay que cumplirlo, que de promesas incumplidas el electorado se harta y que, llegado el momento, se afilia al “partido de los abstencionistas”.

No debe pensarse, tampoco, que todos los políticos son iguales ya que está el deber ciudadano que nos obliga, si luego queremos exigir, a cumplir con la obligación de participar en el proceso electoral depositando nuestro voto a favor de la opción que más nos plazca sin pensar, que ya habrá tiempo para ello, en promesas incumplidas o en aquello del viejo refrán de que “honra y provecho no caben en el mismo techo”.
 

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