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OPINIÓN - SÁBADO, 26 DE MAYO DE 2007

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Puerto Rico
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Cuando la vorágine de las elecciones ha llegado a su final, hoy es el día de reflexión, tengo que echar una mirada hacia el otro lado del Atlántico, y hoy, más que nunca, me acerco a la bonita isla de Puerto Rico.

Desde muy pequeño, para mí, era un poco el territorio de “El Dorado”. Las cosas agradables que yo oía a mi difunta madre me hicieron ver en Puerto Rico, no una pequeña isla, sino todo un territorio capaz de sustentar a la humanidad. Esa idea tuve yo de la isla en mi niñez.

Ahora el aprecio va por otro camino, no puedo dejar de asociar automáticamente a mis amigos: Alfredo, Clarisa, Rosa y Rocío, con todo lo bueno que hay allí.

Ellos cuatro tienen además de su corazón puertorriqueño, también una ascendencia materna de la isla, pero si a eso le unimos que la otra ascendencia es “serrana” de Gredos, el carácter, la personalidad y la integridad se lleva a su más alto culmen.

En estos días, cuando Rosa va a pasar por la vicaría, me agradaría más que nada estar junto a ellos y al lado de sus padres, el serrano Alfredo, de Hoyos del Espino, y la puertorriqueña Violeta, de Vega Baja.

Mi amistad con el “serrano” viene de hace muchos años, aunque haya habido un paréntesis de varias décadas sin tener contacto alguno, pero como los años van asentando a las pesonas, ahora ya con “todo el pescado vendido” por su parte y por la mía, hemos enlazado aquella amistad de los años 60 y hemos sabido adaptar y atemperar las dificultades de entonces con la “calma chicha” de ahora.

Mi estancia en Navidad en la isla caribeña representó para mí una de las vacaciones más agradables de toda mi vida.

Nada más descender del vuelo de Iberia, en San Juan, tenía al “serrano” esperándome en el aeropuerto con su hija Rosa. Yo acababa de llegar a una tierra extraña que, curiosamente, se me hizo familiar en los primeros metros que recorrí al salir del aeropuerto.

Era otro mundo, según se mire. Era otra gente..., no, no puedo estar de acuerdo. Era una gente amable hasta la saciedad que veía mi visita con un agradecimiento sin límites.

Me di cuenta desde el principio y me dije:” no me conocen de nada y ya me consideran como si fuera de la familia”. Los días, con una temperatura agradable, a pesar de ser el mes de enero, hacían todavía más agradable la estancia allí.

No tendría páginas suficientes en el periódico para contar las atenciones que allí recibí, pero sí puedo resumir en dos palabras como fueron esas atenciones: “ Sencillamente extraordinarias”.

Con todo esto nada me va a incomodar un fin de semana para la boda de mi “sobrina allegada” Rosa, de aquí a muy pocos días. El viaje desde Ceuta es complicado y volver a Ceuta para el lunes estar en clase más complicado todavía.

Hacer en menos de 48 horas un viaje con 21 horas en avión causa, y más para quien ya pasó de los 40 y de los 50, muchas incomodidades, pero uno que es amigo de sus amigos no debe sentir molestias para estar con los suyos, amigos, como si fueran de la propia familia.

Y como yo no tengo el don de estar parado, en las pocas horas que me van a quedar libres, no puedo menos que hacerle una visita “relámpago” a Fernando, el mejor cafetero de la isla, para durante unos pocos instantes, rodeado de la naturaleza pura de su finca, viendo el mar a lo lejos, tener la sensación de estar a las mismas puertas del Paraiso.

Fernando, un cafetero joven, que sigue con la tradición de sus antepasados, me prometió que vendría a España. Ceuta iba a ser una visita obligada y por eso, para forzar un poco más esa visita, y para forjar más nuestra amistad de pocos días, perder un par de horas es algo agradable, porque se pierden horas, o minutos, pero se ganan amigos de los que de verdad quedan pocos.

El fin de semana, igual de largo que otros, para mí será inmenso. Ceuta - Puerto Rico en sólo dos días. Un viaje largo, si quieren pesado, pero la ilusión y la satisfacción de pasarlo junto a unos amigos, de verdad, hacen que esa larga travesía se pase en un acto.

Desde luego el mundo es un pañuelo y así se recorre.
 

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