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OPINIÓN - DOMINGO, 27 DE MAYO DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

El Islam administrado
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Puede que no sea el título más oportuno pero así me aseguro más lectores, ¡qué carallo!. Quiero referirme en concreto a la gestión del fenómeno religioso en Marruecos, mayoritariamente de la religión islámica oficial, por parte de la Administración. Porque en países oficialmente islámicos la religión supone un marco si no totalitario -depende donde- si totalizador, abarcando en principio toda la vida social y condicionando la normativa -el derecho positivo- vigente. Algunas observaciones de entrada: la “jefatura” oficial reposa en el Rey -Mohamed VI en este caso-, que a través de la figura de “Comendador de los Creyentes” concentra y legitima -en un viaje de ida y vuelta- el poder religioso, base de su poder político. La Constitución, en consonancia, define su papel que podríamos denominar como “Monarquía por derecho divino”. En el entorno real se articula todo un entramado administrativo a cuya cabeza figuran una serie de actores religiosos entre los que, esquemáticamente, podemos señalar los siguientes.

Después del Rey nos encontramos con una jerarquía bicéfala (¿tanto monta, monta tanto?), representada por el Consejero Real Abbas Al Jirari y el ministro de Habús y Asuntos Islámicos, Ahmed Taoufiq, a la cabeza este último de un delicado pero trascendental encargo, la reforma del campo religioso, después del sonado fracaso de su antecesor en el cargo, Abdelkbir Alaui Mdaghri. El ministerio tiene a su vez desplegadas 19 delegaciones regionales y 52 provinciales, a modo de inspecciones, encargadas tanto de la gestión de los lugares de culto como de la información puntual a Rabat de los pormenores en materia religiosa en el territorio bajo su jurisdicción. Otro cuerpo destacado es el de los “nidarates” (su número ha descendido de cuarenta y cinco a veinticuatro), siendo los responsables directos de la administración económica de los bienes religiosos. Una de las novedades introducidas por Alaui el año pasado es la incorporación de la mujer como “predicadora”: por el momento, sesenta candidatas (“mourchidates”) con edades comprendidas entre 25 y 40 años están siguiendo un curso de formación. El Rey por otro lado preside el “Consejo Superior de Ulemas del Reino” (fundado por Hassán II el 8 de abril de 1981), dirigido actualmente por su secretario general, Mohamed Yssef, estructurado en diecinueve consejos regionales. Tan solo una mujer figura en el organigrama central. Complementaria pero alternativa está la más ágil “Liga Mohammedia de Ulemas”, desde hace poco con un joven y dinámico líder al frente, Ahmed Abbadi. Teólogo e investigador académico, intenta bajo su mandato reformar la liga, algo anquilosada, convirtiéndola en un referente en materia religiosa. Otro mundo es el de los “imames” (existen unos treinta y tres mil, 50% de los cuales cobran mensualmente un salario de unos sesenta euros) y, sobre todo, los “predicadores” oficiales. Estos deben ser acreditados por el Consejo de Ulemas, quien les exige tres requisitos: un examen sobre el Corán, independencia política y no estar encausados judicialmente, además de ser originarios de la región donde deben predicar. El cuadro se completa con la formación religiosa: si la universidad “Al Qarawiyin” de Fez, fundada en el 859 de la Era Común, es una de las más antiguas y prestigiosas del mundo islámico, Hassán II creó en 1964 uno de los institutos superiores de enseñanza religiosa más importante del país, “Dar Al-Hadith Al-Hassania”, que imparte un completo ciclo académico en ciencias religiosas de cuatro años.

¿Mezquitas oficiales?. Según el censo que me pasaron en su momento, sobre 30.000. ¿Y las otras?: las digamos “privadas” o bajo la batuta de otras entidades… ¡Ah!. Eso ya es harina de otro costal. En cuanto a las formaciones políticas, es imposible por ley que exista un partido nominalmente “islamista” pues todos, ineludiblemente, deben ser de “referencia islámica”.
 

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