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OPINIÓN - DOMINGO, 27 DE MAYO DE 2007

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Día de elecciones
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Para todos los que no tuvimos la oportunidad de votar hasta entrados en los treinta años, un día de elecciones es algo especial, y naturalmente, yo al menos, iré a votar.

Las primeras elecciones para mí fueron el 15 J de 1977. Eran elecciones a Cortes, Congreso y Senado y representaron el punto de inflexión de la democracia.

Mi paisano, abulense él, Adolfo Suárez había roto el nudo gordiano del “atado y bien atado”, para dejar que el pueblo tomara la palabra. Aquellas fueron las elecciones de la ilusión que ganó, aunque sin mayoría absoluta, la UCD.

A partir de aquí, tras haberse hecho el “ hara kiri” las Cortes Franquistas, se podía empezar a trabajar y con un consenso ejemplar se pudo elaborar una Constitucíón moderna, la de 1978, que tras ser aprobada en referendum y sancionada por el Rey, daba paso, ahora ya sí, a vivir en democracia.

Para mí, entonces bastante más joven, y que hacía pocos años que había regresado de Alemania, el tener ya grupos políticos que pudieran rebatir al mismo presidente del Gobierno, España se me asemejaba ya a Alemania, mi segunda patria.

Yo recordaba como un par de años antes en el Bundestad la oposición le había armado una gresca “de padre y muy señor mío” al entonces canciller Erhard. En aquellos momentos, cuando esa pelotera, en España nadie se atrevería oponerse al presidente del Gobierno, y no digamos al Jefe del Estado. En aquellos momentos, la “¿Constitución?” franquista no hubierta permitido enfrentamientos de ese tipo en las Cortes.

Sin embargo, ahora sí que se podía rebatir, discutir e incluso corregir al presidente del Gobierno, desde dentro y desde fuera de los escaños del Parlamento. La Constitución nos ha llevado por buen camino.

También recuerdo las primeras elecciones municipales, a las que la UCD tenía un miedo atroz, porque todo apuntaba a que así como las generales las había perdido, por dos veces el PSOE, las municipales las iba a ganar de calle.

Pues bien, de calle no las ganó, pero sí logró la victoria y ahí fue donde se vio el “cambio” de más de uno que tres años antes era Consejero Local del Movimiento, mientras ahora se había hecho “demócrata de toda la vida” y figuraba en las candidaturas del PC o del PSOE, por no citar otros partidos más a la izquierda.

Hay que resaltar que mientras ahora aparecen una serie limitada de partidos, con unos esquemas, unas tradiciones y una línea conocida de todos, en aquellos primeros años, 1977 -1979, había toda una sopa de letras, con decenas y docenas de grupos buscando un lugar al sol, para representar a sus pueblos.

Los años han ido calmando el ímpetu de los grupos, y salvo pequeñas formaciones de “aventureros” en casi todas las grandes ciudades coinciden tres o cuatro siglas unas elecciones tras otras.

Hoy, una de las primeras cosas que voy a hacer es ir a votar, si me dejaran lo haría tres veces, aunque sólo fuera por compensar los muchos años que me pasé sin tener derecho a ello.

Luego, tras cumplir con este deber, será un domingo normal, leer la prensa, pasear, si acaso ir a la playa..., no hay por qué buscarse otras cosas no habituales, hasta que sobre las diez de la noche, aquí en Ceuta, ya sepamos quien será el regidor de la ciudad para otros cuatro años.

Si a lo largo de la campaña hemos mostrado nuestras preferencias particulares, no de medio, hoy, porque la ley así lo marca, seremos totalmente neutrales y lo único que haremos será esperar hasta la noche y aceptar lo que las urnas nos hayan deparado.

Ahora mismo con muchas papeletas en las urnas, cuando estés leyendo esta columna, lo primero que tenemos que hacer es agradecer el comportamiento en la campaña, por parte de la totalidad de los grupos que concurren a estas elecciones. Es cierto que cada uno ha tratado de defender lo suyo, pero salvo excepciones, todos los grupos han dado muestras de madurez, de saber estar y de buscar, por el camino recto, aquello que más les favorecía. Eso, digo, fue en la campaña. Hoy no serán los políticos, sino los hombres y mujeres de Ceuta los que van a hablar.
 

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