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OPINIÓN - DOMINGO, 27 DE MAYO DE 2007

 
ANÁLISIS

Apuntes de seis días

Por Manuel de la Torre


21. LUNES


Juan Luis Aróstegui dice que detrás de la cara amable de Juan Vivas se esconde todo un monstruo. Un grupo de gente dispuesta a desvalijar el Ayuntamiento. Parece mentira que este hombre, presumidor de hacer política por los tiempos de Maricastaña, se haya convertido en un asustaviejas. Este muchacho, que declara a cada paso que sigue en la política por la deuda contraída con los mil y pocos votantes que tuvo en la últimas elecciones, no se da cuenta de que lleva casi toda una vida ejerciendo de pordiosero con tal de obtener un escaño. Ese escaño que ansía para sentarse en los plenos y creerse que es Castelar redivivo. Y, sobre todo, desea ser diputado para servirle fielmente a un empresario que ha depositado en él toda su confianza para que le defienda sus intereses por encima de todo. De cualquier manera, y dada la ayuda que viene recibiendo en los medios, si ahora no consigue su meta, habrá que ver si es capaz de cortarse la coleta. No creo que tenga vergüenza torera. Pues nunca dio prueba de ella.

22. MARTES


María Antonia Palomo ha sido mal aconsejada por quienes forman parte de su equipo de campaña electoral y está siendo criticada acerbamente. Se ha equivocado de tal manera, y en el momento más inoportuno, que el varapalo le ha llegado desde los dos principales medios escritos. Yo no digo que le esté bien empleado, pues a mi me cae la mar de bien; pero a estas alturas de su vida debería haber estado más al tanto de lo que la rodea. Aun así, sigo pensando que el paso de Jerónimo Nieto por la Delegación del Gobierno fue un desastre para el futuro político del PSOE en Ceuta y, sobre todo, para ella. Aquel hombre, de quien escribiré cualquier día, vino a Ceuta sin la menor gana. Tal vez a la fuerza. Y actuó como suelen actuar quienes tratan de salir del paso en cualquier actividad. Cierto es que fue mal aconsejado. Sin duda. Lo cual más que atenuar su culpa la aumenta. Porque haberse dejado aleccionar por algunos chiquilicuatre fue, cómo no, prueba evidente de que él tampoco estaba sobrado de personalidad. Por muy de Ávila que fuera.

23. MIÉRCOLES


Fui también a la segunda entrevista programada por la televisión pública, a petición del editor de este periódico, aun teniendo que renunciar a ver la final de la Liga de Campeones. Lo cual a mi edad, y sin cobrar por el servicio, supuso un acto indiscutible de buena voluntad por mi parte y ejemplo de generosidad. Acudí a la cita convencido de que tratarían de buscarme las cosquillas quienes podían hacerlo. Ya que el día anterior, en mi intervención ante María Antonia Palomo, los responsables de dirigir el programa no pudieron maniatar mis intervenciones y quedaron a merced de las circunstancias. Lo cual les produjo el consiguiente trastorno bilioso y me obsequiaron con un asiento fuera de lugar. Una impresentable posición en el plató, nunca acorde con la categoría de mi medio ni, por supuesto, con su antigüedad. Y, claro, en cuanto me percaté del asunto, me di el piro. A pesar de lo mucho que me hubiera gustado hacerle mis preguntas correspondientes a Mohamed Alí.Candidato entrevistado. Se impone, pues, a la mayor brevedad, que alguien, con poder para ello, acabe con las ínfulas de quien se ha creído que la televisión pública, que pagamos todos, es un cortijo suyo donde puede campar a sus anchas. De no ser así, día llegará que sea ya tarde.

24. JUEVES

Muchos saben, y si no es así, ahora quedarán enterados, que mis relaciones con Pedro Gordillo nunca fueron buenas. Miento. Hubo un tiempo en que sí fue posible mirarnos a la cara sin iracundia. Más un día, por mor de un asunto muy feo y del cual esperaba yo por parte de él la explicación que nunca me dio, pensé que no merecía la pena tratarlo. Cierto que el tiempo transcurrido ha hecho posible que cicatricen mis heridas y que se imponga el saber estar. De ahí que en nuestros encuentros, casi siempre imprevistos, impere, por encima de todo, el sentido común y nada más. No obstante, vengo observando de qué manera aumenta la inquina contra el presidente del Partido Popular. Parece que sus enemigos, que son muchos, han pactado su acoso y derribo. Y, por tanto, se han conjurado para atizarle de lo lindo durante los cuatro años de gobierno en los que, salvo desastre, será la persona más cercana al presidente. Pedro Gordillo, sin duda, cuenta con medios suficientes para disponer su defensa. Pero haría bien, y él sabe que a mí no me mueve ningún interés en el hecho, en mirar a su alrededor y ver a qué demonio debe cortarle la cabeza cuanto antes. De no ser así, ese demonio se le irá subiendo a las barbas y acabará por montarle un cirio cada día y a ser posible en cada pleno. Avisado queda.

25. VIERNES

Acabada la campaña electoral, larga y tediosa, como suele ser siempre, los partidos se disponen a disfrutar de la fiesta consiguiente. Cada cual lo hará acorde con sus posibilidades económicas y el ambiente reinará también según las posibilidades de éxito que tengan previstas. La realidad manda: en esta ciudad sabemos ya, a ciencia cierta, que no reinará la sorpresa en las urnas. Que todo irá sobre ruedas para un partido y que los demás habrán de conformarse con lo que queda. Puesto que escaño arriba, o escaño abajo, casi todos irán a parar al mismo zurrón. Luego, claro es, en las horas de las declaraciones, los menos afortunados dirán lo que ya es costumbre: que son muy felices por los resultados obtenidos. Y hasta lucirán sonrisas prefabricadas. Todo antes que reconocer que los ciudadanos les han dado la espalda. Y, en algunos casos, se repetirá la historia desde hace ya la tira de tiempo. Pero el tío, hoy no lo mentaré, seguirá erre que erre cada cuatro años.

26. SÁBADO


Decir que El Partido Popular volverá a ganar las elecciones es verdad de Perogrullo. Es también una obviedad el anticipar que obtendrá una mayoría absoluta. No obstante, a mí me da en las pituitarias que a Juan Vivas le va a tocar vivir los cuatro peores años de su vida presidencial. Es algo que tengo asumido. De ahí su necesidad de hacerse con los servicios de un portavoz con cualidades suficientes para lucir una condición capaz de mantener a raya a la oposición. De lo contrario, y como digo en El Oasis de hoy, los plenos se pueden convertir en la casa de tócame Roque. Tengo al presidente por hombre inteligente, y no creo, ni por asomo, que al frente de ese difícil cometido se le pueda ocurrir poner a un diletante. Un aficionado, con mucha voluntad, pero carente de recursos para vender bien los éxitos del Gobierno y hacer frente a los errores con el saber estar que se requiere en los momentos adversos. Conviene no echar en saco roto este asunto.
 

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