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OPINIÓN - LUNES, 28 DE MAYO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

El desencanto
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Escribo a las ocho de la tarde lo que ustedes, probablemente y si me premian con su atención, leerán mañana. Puedo decir que, prácticamente, he sido la más tempranera en acudir a mi colegio electoral situado en el colegio malagueño de la Presentación, para dar mi voto, no al alcalde Francisco de la Torre, a quien soy abiertamente hostil porque odio los ladrillos, el cemento y los edificios horteras y amo la naturaleza, he acudido, tras mi café matutino en el bar de las cuatro esquinas que se llama “Bar Florido”, a votar al Partido Popular. Porque soy republicana de la derecha neoconservadora de Sarkozy y esa es la formación política más cercana a mi sensibilidad.

Escribo cuando aún no han dado el cerrojazo los colegios y el índice de participación no tiene nada que ver con ese, casi 90% francés con el que, los gabachos, salieron a dar la cara y a defender lo suyo, sus valores, sus principios y su Historia, hace bien poco. ¿A cuanto estamos? ¿Al cuarenta por ciento? Eso querría decir que, más de la mitad del pueblo español, ni está motivado, ni le importa un carajo el tema, ni se ha visto convulsionado intelectualmente por un mensaje demoledoramente ilusionante. Quien venza, habrá vencido, pero, en general, no han convencido.

Me pregunto ¿Cómo de delicada se tiene que poner la situación para que, la gente, mueva el culo del sofá, se levante de la toalla o vote por correo? Recuerdo que, en las primeras elecciones, aquellas de cuando Suarez, contaban y no paraban de cómo, los de izquierdas, iban llamando a sus afiliados, casa por casa, para que no se olvidaran de votar e incluso les ayudaban a desplazarse. Ahora parece que nos hemos convertido en un pueblo de huevones y señoritingos, que no lanzamos fulminaciones más que cuando suben los intereses de los usureros que nos arruinan con hipotecas y créditos. Y como no hay cojones en España para seguir el ejemplo del loco de Venezuela y amenazar a los tiburones de la banca con nacionalizar el invento para que “realmente” preste un servicio público y social, los españoles saben y sienten que, gane quien gane, tendrán la mitad de sus salarios y de sus vidas entre las fauces de los tiburones. Y ya nadie confía en que, la inseguridad ciudadana y la criminalidad que nos ha invadido tenga arreglo. Porque no hay propuestas rupturistas ni novedosas. Los políticos se limitan a enzarzarse en mutuas acusaciones de corrupción urbanística, pero sin llegar a decir “Ni un ladrillo más” prohibir las recalificaciones y poner a los presos del tercer grado a reforestar como posesos con especies autóctonas, a instalar riego automático y a crear bosques donde hay eriales. A cambio lógicamente de redenciones y demás, que tampoco es el caso de explotar a las criaturas.

¿Alguien ha dicho algo nuevo en esta campaña? No importa realmente sentar a los proterroristas en los ayuntamientos para darles un jornal, cuando gane el PP se les aplica la Ley de Partidos y se les manda a tomar por culo, sin ánimos de señalar, con perdón de la palabra y mejorando la presente. Lo que importa es que, el filósofo Savater, de medio izquierdas de toda la vida, pero lo suficientemente acojonado por el terrorismo, para tener una dialéctica de derechas, decida crear otro partido, que será un no-partido y aliarse con los chicos de Ciutatans o como se llamen, que tienen buena puesta en escena pero poco más. ¿Cómo van las estadísticas de participación?

De puta pena, la gente se ha largado de week end a refrescarse el mondongo y luego cuando le asalten los kosovares la casa y les despedacen lo mismo van y se quejan. Y cuando les recalifiquen los bosques para hacer “charleses” de postín, van y lloran viendo talar los pinos. Me digan ¿Qué hay que hacer para sacudir el desencanto y convulsionar al gentío? Porque no vamos a estar todo el día deteniendo a la Pantoja. Lo mismo, para impactar, el pobre Julián Muñoz debería haberse ahorcado en su celda con los cordones de unas zapatillas Niké y dejado una carta culpando de su óbito a un partido determinado y a sus chanchullos jurídicos. De ahí, al menos, saldría un ganador.
 

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