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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 6 DE JUNIO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Salvadora Mateos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Ha sido siempre una mujer con inquietudes. Ser maestra y directora de colegio no la satisfacía plenamente. Aunque alguna entrevista le hice yo en la cual se mostraba encantada con coordinar toda la actividad del colegio. Ya entonces, allá por los noventa, se desvivía por la actividad política y su obsesión era gozar de cierto predicamento en el Partido Socialista de Ceuta. Tenía ambiciones y no se recataba a la hora de exponerlas. Logró ser diputada y hacerse notar en el Ayuntamiento.

Me consta que gustaba de atender a quienes acudían a ella pidiendo ayuda. Incluso compartimos interés por recomendar a un muchacho necesitado de que se le concediera una oportunidad laboral, para abrirse camino en una vida que le había sido esquiva.

Nuestra amistad nos permitía meternos en cháchara nada más encontrarnos por la calle. La última vez que hablé con Salvadora Mateos, si mal no recuerdo, fue cuando acudí a entrevistarla como directora de la Oficina de Extranjería. Y hallé en el despacho a una mujer rebosante de felicidad por el cargo que ocupaba.

Le pregunté por María Antonia Palomo y me la puso por las nubes. Le dedicó elogiosos comentarios y parecía que ambas mantenían unas relaciones sustentadas por la confianza mutua y la amistad. Al menos es la impresión que yo obtuve de aquella conversación. Tampoco escatimó ditirambos para Jerónimo Nieto: delegado del Gobierno en esa época.

Cuando decidí darle vida a la entrevista, recuerdo que me se me vino a la memoria el cambio que se había operado en Salvadora Mateos. Nada que ver con aquella otra mujer que en 1998 se había enfrentado en unas primarias a Alberto Núñez Thomé, secretario general de los socialistas de Ceuta.

Y me alegré de verla otra vez en postura y sin mostrar ya ningún resabio por una derrota que parecía marcada a fuego en su mente.

Pues bien, me he quedado de piedra cuando la he visto convertida en la comidilla de la ciudad por haberse puesto al frente de quienes estaban en desacuerdo con la línea seguida por María Antonia Palomo y se han manifestado contra la Gestora socialista.

Y, en cuanto pude, pregunté a algunos de los que han sido citados como componentes de ese grupo que no ve con buenos ojos a Enrique Moya cual manda del asunto. Y no se han cortado lo más mínimo en ponerme al tanto del papel que está jugando Salvadora Mateos. Un papel muy principal. Y hasta me indican que es la que ha tocado a rebato. Y, por lo tanto, se ha convertido en la coordinadora de una rebelión capaz de humillarse ante Aróstegui con tal de oponerse a sus compañeros de partido.

Sorprendido por lo que se me contaba, quise saber si Salvadora Mateos tenía tiempo para dedicarse a esos menesteres de convocar a militantes cabreados cuando me constaba de qué manera debía multiplicarse para sacar adelante el trabajo acumulado en la Oficina de Extranjería.

Y, claro, las miradas de mis interlocutores me hicieron percibir lo que pensaban de mí: O este tío vive en otro mundo o bien intenta quedarse con nosotros. Y como uno las coge al vuelo, allá que alegué lo de mi resfriado y los días que había estado sin salir a la calle. Y fue peor el remedio que la enfermedad; porque me recordaron que Salvadora Mateos llevaba ya la tira de tiempo sin ser la directora de la Oficina de Extranjería.

Por lo que me sentí ridículo. Y al quedarme sin palabras, me tocó escuchar atentamente que Salvadora Mateos tiene tragado que María Antonia Palomo influyó en su cese. Y, desde entonces, parece ser que ha vivido pendiente de poder tomarse la revancha. ¡La virgen, qué mujer más justiciera! Es lo primero que he pensado.
 

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