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OPINIÓN - JUEVES, 7 DE JUNIO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

El suplicio de Sísifo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Los terroristas vascos han anunciado que volverán al tajo para darle matarile a cuantos se les pongan a tiro. La declaración de los asesinos más que miedo lo que ha generado es un debate entre quienes piden apoyo para un Gobierno que se ve entre las cuerdas y los que se deleitan pensando que el comunicado puede ser el principio del fin del presidente.

Es una situación lamentable, que se viene produciendo en casi todas las tertulias; de las que me cuesta trabajo asumir gran parte de lo defendido por los periodistas gubernamentales y, desde luego, abomino de los que disfrutan recreándose en un diálogo fracasado y que podría desalojar de la Moncloa a José Luis Rodríguez Zapatero.

ZP ha hecho bien en dialogar con quienes debía hacerlo para ver si conseguía lo que intentaron sin éxito otros presidentes: la rendición de ETA. Lo cual era, y mucho me temo que lo seguirá siendo por mucho tiempo, lo más parecido al suplicio de Sísifo. Y puede ser que el presidente, tal vez cegado por la ambición y alentado por voces aprovechadas, no acertó a comprender que estaba afrontando un trabajo de gran esfuerzo y al cual no se le ve el fin. Y, efectivamente, tras equivocar las maneras ha salido de él con el rabo entre las piernas. Una posición desairada si tenemos en cuenta que las elecciones generales están a la vuelta de la esquina.

Las concesiones del Gobierno a los terroristas mientras han estado conversando le han servido al Partido Popular para hacer una oposición violenta. Tuvieron además los populares la habilidad de ganarse a las víctimas de ETA y entre ambos se hicieron con la calle. Un predio tenido por propiedad de la izquierda y que se vio sorprendida al ver cómo le habían invadido su terreno.

El PP conocía sobradamente que en el País Vasco no existe aún ningún Maroto capaz de hacer posible un nuevo Abrazo de Vergara. Y que la rendición de la banda suena a utopía. Y hasta me atrevo a decir que los de Mariano Rajoy están convencidos de que jamás ETA le entregará las armas a un Gobierno socialista. De hecho, tras seguir con atención los avatares de lo que ha sido llamado ‘proceso de paz’, pude comprobar que la Iglesia supo aprovechar el momento adecuado para propalar sus quejas contra la política de los socialistas. Y unida a los opositores no dudó en dar barzones, portando incluso pancartas, por las arterias principales de la capital del reino.

Así, a las dificultades de ZP para soportar las malvadas veleidades de los terroristas se les sumaban las airadas protestas del clero. Y a partir de ahí el buen talante y la sonrisa marca de la casa se fueron apagando a la par que las ojeras del presidente se iban pareciendo a las de la ministra Narbona. Pues imagino que el presidente sabría que sin la ayuda eclesiástica era casi imposible convencer al monstruo heredado del carlismo.

Ya que los etarras se proclaman marxistas y no sé qué más cosas cuando en realidad proceden de lo peor del carlismo. Ese carlismo provinciano que en el XIX nos metió en una guerra civil, auspiciada desde los púlpitos por curas de misa y olla. Una guerra de pueblos contra capitales deseosas de participar en la revolución industrial. Lo cual aprovechó Sabino Arana para contar una historia de paraíso perdido convertido en desierto por mor de los españoles invasores. Y con su aberri y el sufijo correspondiente nacieron los abertzales: defensores de una patria que se pasan el Estado de Derecho por la entrepierna. Y todo porque desde pequeños les cuentan historias renovadas para que no decaiga el odio contra nosotros. Y a ver cómo se le pone el cascabel al gato. Lo intentaron Suárez, González y Aznar. Y fracasaron. Ahora, ZP ha quedado como un Sísifo de poca monta.
 

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