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OPINIÓN - VIERNES, 8 DE JUNIO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Una tarde aprovechada
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Terminada la comida, me dispongo a sestear porque la tarde invita a ello. Es miércoles y todos los comentarios se reducen a lo anunciado por los etarras. Es decir, que los españoles quedamos enterados, exhaustivamente, de que tenemos ya la muerte violenta tras los talones. Menos mal que la vida sigue y hay acontecimientos deportivos que merecen la pena ser vistos. Aunque le cueste a uno dejar de sobarla durante más de una hora.

Si bien el premio lo merecía: ver a Nadal en acción se ha convertido en un regalo para quienes gustamos del deporte y deseamos que los españoles destaquen allá donde vayan. El tenista manacorí es todo un espectáculo. Es el vivo ejemplo, creo que lo dije hace dos años, de la constancia, del espíritu de sacrificio, de la fe inquebrantable en sus posibilidades, y sobre todo de la facilidad pasmosa que tiene para progresar.

Disfruté, una vez más, de su su tenis pero a costa de ver perder a otro jugador por quien siempre sentí predilección: Carlos Moyá. Cuya edad le impide, lógicamente, hacerle frente con solvencia a un fenómeno en estado de gracia y dispuesto a ganar Roland Garros por tercera vez.

En vista de que el partido entre Moyá y Nadal duró bien poco, la tarde se me presentaba larga hasta que dieran las siete y pudiera recrearme la vista con otra figura nacional: José Antonio Morantes de la Puebla. El cual toreaba, como único espada, seis toros en la Monumental de Las Ventas del Espíritu Santo. Allí se iba a celebrar la tradicional corrida de la Beneficencia.

Maté el tiempo que faltaba para la corrida, casi tres horas, leyendo, mejor dicho releyendo, Historia de España contada para escépticos. Y me lo pasé pipa con la obra de Juan Eslava Galán. Pues es una obra amena y documentada y que puede resumirse en el primer párrafo de lo que dice el escritor en la contraportada: “No pretendo escribir la historia que escribiría el pueblo, que el pueblo es ágrafo por naturaleza, sino más bien una Historia de España contada para escépticos que no creen en la historia de España”.

Ni que decir tiene que las dos horas largas se me pasaron volando. Y cuando quise darme cuenta ya estaba el Rey acomodándose en el Palco Real de Las Ventas, flanqueado por Esperanza Aguirre, vestida de verde, luego ya sabemos que se tiene por guapa, y por Mariano Fernández Bermejo, ministro de Justicia, a quien la derecha acusa de mala persona, de revanchista, y de tener la cara apretada.

Lo que traducido significa hombre bruto y cerrado de entendederas. Calificar de apretado a Fernández Bermejo me parece a mí idea de Javier Arenas. Que se conoce perfectamente El Polémico Dialecto Andaluz.

Morantes vestía de grana y oro e iba envuelto en un capote de paseo muy original: color negro azabache y bordado magistralmente. El quinto toro, de la ganadería de Román Sorando, se lo echó a los lomos y le tiró en el suelo innumerables cornadas. La suerte estuvo con el diestro: el animal sólo consiguió golpearle la frente con la pala del pitón derecho y allá que se lo llevaron a la enfermería, tras haber matado cuatro toros sin pena ni gloria. Tal vez más de lo primero.

Después de ser esperado el tiempo previsto para su cura, salió al ruedo y se enfrentó al sexto de Núñez del Cuvillo. Se agigantó el maestro de La Puebla y sacó a relucir la casta unida al barroquismo del toreo sevillano. Una alegría para los ojos en día donde los españoles habían sido condenados a muerte por unos vascos cobardes de solemnidad.

Lo siguiente, el partido de España ante Liechtenstein, como me hacía dormitar, me instó a meterme en la piltra antes del tiempo que suelo hacerlo.
 

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