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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 13 DE JUNIO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

¿ Por que?
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

¿Por qué, en los Juzgados, se han tenido que habilitar esas siniestras estancias llamadas “Sala de Víctimas”? Escribí ya hace tiempo sobre la experiencia de la espera en uno de esos lugares, cargados de silencios y miradas vacías, a menudo con niños de teta lloriqueando y más mayorcitos, inquietos, de alguna manera envejecidos por las circunstancias que llevan a una madre a ser considerada víctima de “Violencia Doméstica” y derivada del Juzgado de Guardia, al cubo de la basura de las penas, de las noches en vela, de la angustia al oír la llave en la cerradura, de los errores y del horror.

No me acostumbro. Tal vez porque pertenezco a esa escasa hornada de mujeres recicladas en abogados hace casi treinta años y acostumbradas a bregar con delitos de otro tipo, de los entonces y de los de más tarde. Del caballo galopando por los motines carceleros a la “salud pública y contrabando” y luego sin contrabando, de las primeras visas apalancadas, al lazo libanés, de la cocaína elitista al pastilléo bakaladero , de aquí para allá. Pero sin avalanchas. Sin el drama humano que, tras la carretera, es el que más víctimas mortales provoca en España. Las muertas por muertas, que las criaturas han dejado de penar y las vivas porque, en la puerta del Servicio de Asistencia a las Víctimas, puede comenzar la tragedia del centro de acogida recóndito, o del teléfono directo si hay orden de alejamiento. Siempre pena y miedo. Me digan ¿Por qué hay tanto maltratador hijoputa? Castigárseles se les castiga hoy, con dureza y entran en las cárceles a ramilletes, como las cerezas. Multitud son en las prisiones andaluzas y no son locos. Al menos eso dicen los forenses, opinión con la que discrepo a medias, porque los locos-locos, demenciados, son minoría. Pero existen patologías, atajos de la locura, trampantojos de la insanía mental. Un psicópata es peligroso. Un sociópata más. Con un celópata no se puede convivir porque, eso no es vida. Los bipolares constituyen una especie de manifestación silenciosa, a menudo sin diagnosticar. Y luego, según los psiquiatras, existe el individuo, sencillamente “perverso”.

¿Qué están murmurando? ¿Qué también existen hombres víctimas de la violencia doméstica? Por supuesto, yo he conocido casos y son supuestos igualmente penosos, pero, en cierta medida más trágicos, porque, al igual que una maltratada despierta solidaridad (hay que ver lo que han conseguido abaratar esta palabra importante a fuerza de utilizarle los grimosos onegetistas) eso, solidaridad sin grima ni lacrimosa, respeto, cariño y ganas de ayudar, esa misma víctima, en masculino, tristemente, suele despertar irrisión. Desde la mueca escéptica, como de contener la risa del que toma la denuncia a las miradas rencorosas de muchas féminas que miran al “víctimo” con ojos atravesados y musitan con los instintos de un gato al que hubieran embutido una guindilla en su felino trasero “¡Ya era hora!” o poco caritativamente “¡Algo malo habrá hecho para que la parienta le endiñe y le deje hecho un santocristo!” o malvadamente “¡Vivan los huevos de la tía, éste por todo lo que nos toca a nosotras!” o menos caritativamente aún “¡Será moña el asqueroso! Caballero ¿No se le cae a usté la cara de bochorno de tener los santos huevos de vení a denunciar a su mujé? ¡So porcachón!”. Es horroroso. Para mí al menos lo es. Porque, las mujeres tenemos a toda una sociedad y a un sistema que se parte el culo por protegernos y por parir leyes que nos blinden. Pero los tíos maltratados lo tienen fatal y encima en las cárceles, caso de entrar una maltratadora, la tratan de heroína. Los hay perversos, que llenan esas Sala de Víctimas, pero, de cuando en cuando, surge una pelandusca, lía la mundial y gran parte del mujerío se regocija ¿Por qué?. Pues porque es así.
 

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