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OPINIÓN - VIERNES, 15 DE JUNIO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Casa Juan
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En febrero pasado, tres días antes de celebrarse el partido Real Madrid-Bayern, mi hija me llamó para decirme que quería ir al Bernabéu. Mi yerno también se sumó a lo pedido y yo salí corriendo a ver si Antonio García Gaona podía resolverme el problema de las entradas. Dicho y hecho: además me reservó mesa en Casa Juan.

Juan González es de la Carolina y se ha pasado más de media vida siendo el rostro más visible del Asador Donostiarra. Hasta que hace dos años decidió independizarse. En Casa Juan se percibe la cordialidad en cuanto se traspasa el umbral. A mí me recibió él y bien pronto parecía que nos conocíamos de toda la vida.

El restaurante estaba repleto y rezumaba madridismo por los cuatro costados. En un momento determinado, Juan me preguntó por el presidente de la Ciudad; quien como buen “merengón” gusta de frecuentar un local cuyo propietario comenzó a tratarse con los jugadores en la época de Luis de Carlos.

Con Juan González he tenido que hablar, fechas atrás, y me ha vuelto a demostrar las razones por las cuales disfruta de tan alto prestigio como profesional. Y en vista de que me apetecía pegar la hebra con él no dudé lo más mínimo en inquirirle acerca del ambiente que se estaba viviendo en la capital del reino.

Y me contó que la expectación era la más grande que se había conocido en las últimas temporadas. No cesan de sucederse las llamadas desde todos los puntos de España para conseguir entradas. Y me dice que reina entre los madridistas una euforia contenida. No olvides, Manolo, que son varios años los que lleva el Madrid sin ganar títulos.

En nuestra conversación salió a relucir Fabio Capello. Y Juan dice que no entiende los motivos por los que se han cebado con él. Menos mal que el italiano por ser veterano y conocedor del oficio, ha sido capaz de mantener la cabeza fría. De haber sido otro entrenador, poco acostumbrado a soportar críticas tan duras, te digo que no estaría el Madrid a punto de proclamarse Campeón de Liga.

De los jugadores, Juan me destacó la forma de ser de Sergio Ramos. Y de la magnífica familia que tiene y que está haciendo posible que él nunca pierda la concentración. Es un ejemplo en todos los aspectos. Un chaval que se ha ganado a la gente por su sencillez, su entrega y sus enormes condiciones como futbolista.

No pude contenerme y le tiré de la lengua para que me adelantara de qué manera iba a celebrar el título. Y tras eludir muy bien el cantar la victoria por anticipado, me contó la siguiente anécdota. Cuando los festejos del Centenario del Madrid, coincidentes con la final de la Copa del Rey frente al Deportivo de la Coruña, el club reservó el Asador Donostiarra para celebrar la victoria después del encuentro. Perdió el equipo local y suspendió la cena. Lo que fue aprovechado por Lendoiro para que sus jugadores disfrutaran del éxito en ese sitio. Algo que no sentó muy bien, lógicamente, en el seno del club blanco.

Ahora, Gregorio Manzano, entrenador del Mallorca y amigo suyo de verdad, le ha pedido que le reserve el restaurante para la expedición, la noche del domingo. Y Juan le ha dicho que nones. Que no trabajan a esas horas. Puesto que no quiere que le pase a él lo ocurrido con los coruñeses en el Asador Donostiarra. Se niega a verse rodeado de futbolistas del Mallorca festejando quizá, por saber de qué manera se las gasta el demonio a veces, un resultado negativo del equipo de sus amores: el Madrid. Antes de la despedida, le pregunté por cómo se las apaña para que en Casa Juan se coma tan bien. Y me contestó que todo se debe a que él y su equipo se afanan cada día más en hacer lo que saben.
 

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