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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 20 DE JUNIO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Veranillo, magos y ansiolíticos
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Que no es “el verano del membrillo” sino el de verdad verdadera; que no es de “el veranillo de San Miguel” con su olor casi otoñal, sino el auténtico y genuino… ¿Qué murmuran con esas caras de ratas salvajes del Himalaya? ¿Qué las depresiones estacionales, crisis de ansiedad y demás males del alma y de la cocorota alcanzan este año a un diez por ciento de españoles?. Sí. Eso dicen las estadísticas y también lo digo yo y no hace falta que me repitan como quien recita el catecismo que, los ansiolíticos y los antidepresivo,s se venden más que los protectores solares y los bronceadores salvajes factor 0. Ya lo sé. De hecho, he cambiado de los amuermantes lexatines a los trankimazines asquerosos, que se pueden partir en dos y masticar, paladearlos degustando su amargo y desagradable sabor y colocar debajo de la lengua si amenazan el jamacuco o el espeluco, la alferecía o el repelús. Mala cosa los ansiolíticos de “aquí te pillo, aquí te mato” mejor el tratamiento con seropram o seroxat, solo que no dejan arrejuntarlos con los antidepresivos. Y es que hay mucho que escarbar, indagar y descubrir en el apasionante mundo de los neurotransmisores, ese campo de prácticas de cerebros de científicos prodigiosos, iluminados por el Espíritu Santo, que son capaces de maquinar ali olis de brujas con productos químicos, realizar el milagro de curar con ellos las mentes que sufren o que, sencillamente, están hartas y no pueden más, dar a esos mejunjes de laboratorio nombres farmacéuticos y dispensarlos en botica.

No me digan que, así considerados, los medicamentos y las formulaciones químicas no pueden ser considerados un auténtico milagro del Espíritu Santo. ¿Por qué entonces pasarlas mentalmente putas en pleno siglo XXI cuando las iluminadas mentes de los occidentales hemos descubierto, entre tubos de ensayo, libracos y probetas, paliativos de las angustias y atemperantes de las zozobras? Servidora y sus distinguidas amistades, entre quienes ustedes se cuentan, todos con excepción de mi Editor, que no me valora, todos, al ser personas devotas y temerosas de Dios, amén de muy actuales, nos encontramos dispuestas y bien dispuestas a aplicarles a nuestras neuronas, caso de encontrarse escocidas o con eritema de pañal, como culete de infante, remedios químicos recomendados por galenos que sean un Bálsamo Bebé cerebral, curativo y suavizante. ¿Qué carajillos al ajoarriero están chismorreando ahora? ¿Qué cual es la relación entre el veranillo que viene, con su olor a sobaquina de vacacionante de Halcón Viajes, after sun, eructo de gazpacho capaz de alimentar a un pobre para un mes y calcetín sudado de guiri aprietatuercas de la Nissan y los ansiolíticos y los antidepresivos? Pues mucho. Y sigo las estadísticas o arte de mentir con números, de los catastrofistas, que ubican en la primavera que languidece una serie de trastornos de comportamiento y un sube y baja anímico que parece adquirir rasgos de pandemia entre la agotada población española. El estrés será , sin lugar a dudas, el mal del siglo, una patología diagnosticable que se funde y se confunde con crisis de ansiedad, nerviosismo, agotamiento y demás jodiendas susceptibles de ser padecidas por hombres y mujeres agobiados por el trabajo y cuyo mantra particular, como el “ommm…” en los budistas, es “no llego”. E incluso parpadear, los sentidos fijos en el saturado cerebro y murmurar “no me caben más cosas”.

Y sí podemos llegar. Y sí cabe en nuestras mentes todo el saber del Universo. Solo, que, muchas veces, tenemos que adoptar una postura humilde y pedir ayuda a quienes han empollado para ayudar, fisioterapeutas del alma y del cerebro, neuropsiquiatras, los modernos druidas y que nos pongan a punto y nos corrijan los esguinces del espíritu y los juanetes del ánimo. ¿Qué serían podólogos mentales? Sí. Son magos pequeñitos que nos enseñan a disfrutar el veranillo y nos aplican protección total para las quemaduras. Y encima el milagro, sale gratis por la Seguridad Social.
 

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