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OPINIÓN - JUEVES, 21 DE JUNIO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Respuestas adecuadas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La entrevista fue considerada, durante mucho tiempo, un género menor del periodismo. Grave error. Puesto que todos los géneros son grandes o chicos dependiendo si están bien o mal hechos. Decía Cela que los entrevistados debían cobrar más dineros que los inquisidores. Y, además, exigía que el entrevistador tuviera más que aprendido el oficio. De no ser así, se negaba a recibirlos.

Cuando decidí escribir en periódicos, las entrevistas ocuparon un lugar preferente en mi tarea diaria. Reconozco que me dieron la oportunidad de conocer mejor a las personas y, sobre todo, me ayudaron muchísimo a familiarizarme con los diálogos.

Verdad es que yo accedí al género con cierta ventaja: antes de ser entrevistador había sido entrevistado muchas veces, durante innumerables años. Dada mi profesión anterior. Y siempre tuve claro que no hay preguntas impertinentes, sino respuestas adecuadas.

Válgame el siguiente ejemplo: jugó la Agrupación Deportiva Ceuta en el antiguo Marqués de Varela, frente al San Fernando, conmigo de entrenador. Finalizado el partido, acudí a la conferencia de prensa. Allí estaban todos los medios de la provincia, porque el encuentro había despertado expectación.

Empezó preguntando el redactor jefe de deportes del Diario de Cádiz:

-¿De quién siente celos Manolo de la Torre?

Mi contestación fue tan improvisada como rápida y rotunda:

-De esa mujer casada que se acuesta conmigo y también con su marido...

Recuerdo que en aquella sala de prensa, antiestética por falta de espacio y limpieza, se hizo un silencio sepulcral. Los periodistas, que eran muchos, desistieron de continuar su labor. De aquello fue testigo Jorbi Avalos. Periodista deportivo en aquellos años. Y, por tanto, escribidor de lo sucedido en el periódico para el cual prestaba sus servicios.

Como entrevistador podría contar variadas y sustanciosas anécdotas, pero me quedo con una que se produjo en el despacho del presidente de la Ciudad. A quien he entrevistado dos veces. En la segunda, tras acordar con él la cita para dialogar, pactamos que se la leería antes de ser publicada. Y así fue.

En aquel momento acompañaban al presidente dos asesores. Y en plena lectura de las preguntas y respuestas, aceptadas muy bien por Juan Vivas, apareció algo relacionado con la invasión de Perejil. Y cuando me disponía a pasar a la siguiente pregunta, un asesor me interrumpió para pedirme que volviera a leer lo concerniente al desembarco en el islote. Atendida su petición, se expresó así:

-Ahí convendría decir que nos quedamos cortos en las acciones emprendidas...

Aclarando: la opinión del asesor fue la referida, pero a lo bruto. Sin embargo, no la reproduzco fielmente porque la verdad desnuda es muy incómoda. Y no veo razón alguna que me impida vestirla con ropajes eufemísticos. Lo que si afirmo es que de la boca del presidente salió una repuesta negativa a la par que su mirada inteligente, aunque dura como el pedernal, se paseó por la faz del tonto con la pretensión de fulminarlo.

Días atrás, otro tonto, con deseos de hacerse notar diariamente en la prensa, me tachaba de mentiroso por haber escrito, crudamente, lo que piensa el presidente de la Ciudad sobre él. Alegando que se lo había preguntado a Juan Vivas y que éste lo había negado. Como si JV, conocedor de lo duro que es decir la verdad encuerada, fuera a responderle con ella.

Ahora bien, de las cuentas de la Federación de Fútbol de Ceuta, sigue el escribano sin hablar ni pío. Esas, las cuentas, sólo Dios debe saberlas. Actitud ejemplar.
 

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